sábado, 13 de agosto de 2011

EL CAMINO DE SANTIAGO


  Las cosas de este mundo no empiezan ni terminan cuando se rompe el silencio o suenan las fanfarrias doblegadas sobre la dominante. Son, al contrario, para el que sabe escuchar, sutiles; se cuelan por entre las rendijas del tiempo, invisible e insondable, como las cosas del espíritu. Los comienzos y los finales los da el corazón, falte el tiempo que falte, haya pasado el tiempo que haya pasado. Y hoy, casi organizado el pequeño petate con el que intentaré recorrer el Camino de Santiago, sentí un comienzo. Fue al tragar esas dos primeras dosis de Vitamina C que me acompañarán a diario.  Después, cerré el Petate, y, como una señal, llegó la llamada de Pepe, que hizo este mismo recorrido ya va para dos años, y que ha sido estrella polar y empujón definitivo con esa pequeña nota que me hizo escalofrío en las carnes y me emocionó como de verdad me emocionan las cosas:
 “Acaso fue por la túnica. Acaso Penèlope, tejer y destejer, la dejó corta de sisa, desparejada de mangas. Quiza a él, que siempre fue enjuto de carnes, le quedaba como un saco. Quiza sólo fue por su azogue perenne, su inquietud constante, quién sabe, Ulises se nos fue de viaje. Mares, los conocia todos, tenía la piel curtida por soles de cien tierras, heridas de mil aventuras. ¿que buscar?¿Donde ir? Sólo le quedaba el cielo, y alli puso rumbo, cogió su mochila, cargó su sirope de arce, y se fue a las estrellas, campus estelae, Compostela.  Esperando estamos sus noticias. ¿Como será su relato?
  Hablará tal vez de huidas, de monstruos, de buitres, de beatos atorrantes, de gentes desnortadas buscando una mano que les guie, de turistas de folleto. Recordará seguro las risas, aderezadas con el amargor de la cerveza, los ofrecimientos, las gentes sencillas y cabales, vitales, que buscan tan solo conversación, amistad, las personas que, liberadas de corazas cotidianas, rien y gozan con el propio reencuentro. Quizá de aventureros, hablando mil lenguas, buscando simplemente algo distinto.
Sabrá seguro describirnos el escalofrio, producto, quiza, de la luz, del rocío en los bosques navarros, de la magia en los gallegos, de la luna en las amanecidas, del fulgor de las mieses, o de los girasoles, abatidos por el sol implacable en los horizontes infinitos de las tierras castellanas.
¿Nos contará de sus alegrias sin motivo? ¿ de sus penas repentinas ?”


 Transcribo este fragmento por  una razón que con el tiempo va tomando cuerpo en mi. Nada surge de la nada. Cosemos nuestras telas con el pasado propio y prójimo, amasamos como el joven alfarero nuestra arcilla con los fragmentos de la pieza mayor del maestro. Y aceptando una experiencia ajena, desde el corazón, qué coño, no hay otro modo, disponemos nuestros propios pasos, con el máximo de firmeza posible, sobre un camino que se dispone delante y por pisar, por hacer, por escribir. Siento en este momento, aún en Madrid, que mis pasos ya van por delante. Si las conexiones tienen éxito, saldré mañana muy temprano en la mañana y alcanzaré en la tarde San Juan de pie de puerto; la falda de los recuerdos de Roldán tocando el olifante ante la lágrima de un Carlomagno envejecido al que el amor por su sobrino le hacía ya más daño que los estoques de las espadas. Y en esa falda, quizá empuñe mi propia Durandarte, en busca de sólo Dios sabe qué destino. El que quiera acompañarme en la lectura encontrará siempre un compañero. Y ya, sin más, como mi pequeña sobrina Anititi, ya modelo de todas las cosas, me calzo las protecciones y dispongo mis primeros pasos.

2 comentarios:

  1. Caminante, no hay camino,
    se hace camino al andar.
    al andar se hace camino
    y al volver la vista atras,
    se ve la senda
    que nunca mas se ha de volver a pisar.
    caminante no hay camino,
    si no estelas en la mar.

    Felicidades, el camino de Santiago es descubrimiento puro, hace ya mucho tiempo que no lo piso y lo echo de menos!!!sigo vuestros pasos aqui, desde Malabo!!!!
    mil besos, ana azcona

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