miércoles, 8 de julio de 2009

Sierra de Guadarrama en MTB, 3, 4 y 5 de Julio de 2009

“Donde se narra, en copla de arte menor, como era el gusto de D. Íñigo López de Mendoza, los zigzageos de cuatro varones sin serrana por entre los otrora adorados paisajes de aquel Marqués, y enorme poeta, en los primeros días de Julio de 2009”

A Miguel,a Julio, al Lobo y al Marqués.

EN BUSCA DE SERRANILLAS


Ahí va, Miguelón, ¡parriba!
El lobo bajo los tilos,
Julio detrás y sin kilos
ni en las carnes iba
yo, el que escribe las cuartetas
de tres días por la sierra
sin serranas de pie a tierra
sin sombra, frío, ni setas.

Los varones sin serrana,
uno con chispa ¡y con gota!,
y un tercero se nos tercia
que es gallego, toma nota.

Del segundo, al que las piedras,
en la rueda hierba fina
bajando junto a la hiedra
se parecen, digo, atina
a bajar como el arroyo
por raíces, estrecheces,
guijarros y sobre heces
sorteando. Hasta el hoyo
en donde un susto te espera,
si te espera. Y del cuarto
no diré porque me harto
de verme en cada ribera,
en cada espejo, en el agua,
y en los ojos amorados
de las serranas, ¡¡ay, ay, bua!!,
que imagino. Y en los prados
vacíos por los que paso,
junto al rebaño de tres
bajo el sol y sin estrés,
sin renunciar al buen paso,
desde el castillo, real,
de Manzanares, camino
arriba, sin boreal
ni cierzo va a Mataelpino,
sobre la senda, serpiente
blanca y buena y jugosa,
que entre jaras de impaciente
olor, vierte arenosa
en cada curva un destino,
Nava cerrada y coqueta,
Cercedilla y entre el bosque
que sube por entre pinos
hasta la fuente que es fría,
calzada, ¡y hasta república!,
alarde, sombra y rúbrica
de esta sierra, ave fría
de los poetas y los avaros
de los rincones, reposos,
altos, bellos y opíparos
collados dejan sus posos
en el torrente y el pedregal
que hasta el Eresma, bendito,
que lava al marchito
las heridas del pedregal
nos lleva, y entre las sombras
de la noche que ya a punto
cae, callas, meces y asombras.

La Granja es ya un asunto
de anocheceres y callejas
transitadas, sí, otrora,
por el Borbón que ahora,
quinto y primero, dejas
no otra cosa que herencia.
Y estos jardines. Pacífico
remanso de la demencia
de las ardillas, y pico,
descanso, de nuestro día.
Porque al amanecer, el sol,
atizando, sin parasol
a los ciclistas, los guía
por la más cruda Segovia;
la amarilla, hasta el puerto
de Navafría. Por la vía
de sus amores, el tuerto
del Marqués de Santillana,
con sus dos ojos intactos
y en Lozoya, ¡ser exactos!,
se prenda de su serrana.

Así bajan de resueltos
nuestros serranos, ahítos
de fuego y verde. Y vueltos
de la Horizontal al rito
del embalse de Lozoya.
De las Presillas huídos
buscan un mar donde ruidos
y alborotos sobren. Joya
donde bañan cuerpo y alma
de calores y sudores,
y kilómetros. Así es
el paraíso: les colma
de bienes tras el esfuerzo,
de bienes que son manjares
de los verdes y los mares
de esta sierra que refuerzo
de gloria en cada cuarteta,
de Rascafría a Morcuera,
y de Morcuera a la vera
del castillo, que nos reta
a admirar la vieja piedra,
soneto de la Pedriza
de esta sierra, que es nodriza
de nuestros sueños de teja.

Suben como cuatro rayos,
vestidos de sangre y fuego,
y armadura, con sus tallos
elevándose. Y luego,
ya en la Morcuera, abrazan
a la familia glotona,
biciglotona y teutona.
Descensos de los que trazan
como a tientas, vienen después,
atravesando la Hoya
de San Blas. Así queda, pues,
esta historia, sin tramoya,
los montes como escenarios,
y en la bici una montura
real, para romper la angostura
de estos cuatro temerarios.

Madrid, 7 y 8 de Julio de 2009.