miércoles, 31 de agosto de 2011

EL CID CAMPEADOR

  Negar el aspecto literario que veo en todas las cosas sería como cambiar de cáscara. Empecé en San Juan de pie de Port por Roldán, me arrodillé ante la tumba del Cid en la Catedral de Burgos (no tanto por admiración al Campeador como por respeto filológico al comienzo de nuestra Vulgari Eloquentia), me dejé fascinar por las leyendas cristianas (que en realidad han sido, en su mayor parte, se sepa o no, robadas a los paganos)y por las imágenes del Mal de Canecillos y Coros, y busqué entre los bosques cercanos a Carrión las huellas de la afrenta a las hijas del Cid. En Burgos, cerca de donde empieza, por decir algo, la calle Santander, hay una estatua del Cid. Va a caballo, pero no sigue el modelo ecuestre de los reyes. Sigue algo que tiene que ver con el caminar. El caballo sólo eleva la pata derecha. Está presto a avanzar, se dirige hacia delante, pero no lo aparenta. Rodrigo Díaz está sobre las espuelas, ligeramente inclinado hacia atrás. No se precipita, no se lanza, espera, pero no espera sentado. La lanza, sin embargo, apunta hacia delante. Apunta, pero no se mueve. El de Vivar tiene presencia. Es grande. Incorruptible, invencible. Su fuerza reside en ese movimiento, en esa dirección que no va, sino que espera, en la firmeza del estar, del aposento, de la raíz, más que del avance. Eso es, exactamente, caminar: estar, apenas dirigirse. Es casi una mirada, una señal, un índice. Sin embargo, el rey le concede la posibilidad de tomarse la justicia por su mano ante los Condes, tras la afrenta. Y, si la memoria no me falla, él lo hace. Eso ya no es caminar, eso es perderse. El rey parece darle la legalidad que le niega al Alcalde de Zalamea. Aquel, un caballero, este, un campesino. La literatura; el espejo de todas las trampas humanas.

TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS-EL BURGO RANERO

Segundo día de entrevistas, necesitamos gente que hable francés, necesitamos rellenar la torre de Babel, los rostros, los andares. Tenemos que mejorar las preguntas, tenemos que aprender a abrir las puertas a la gente, tenemos que ser antropólogos. Las historias que nos van llegando se amplian. Un francés vuelve a casa, haciendo el camino al revés, después de cinco meses caminando con su perro. Parece más que relajado. Una pareja de franceses, mayores, caminan para agradecer el hecho de estar vivos después de un infarto y tres by pass. Udo, que viene desde Dresde sin mapas, considera que todo lo que ha hecho en la vida fueron deberes, para alcanzar su punto máximo en Santiago. Tiene 68 años, se le ve feliz, subido en su montaña rusa. No habla otra cosa que un alemán del Este. Hay un chaval de Murcia que finge saberlo todo. Insoportable, me tengo que controlar la risa. Hay un par de italianos encantadores. Un hombre nos explica en qué consiste una fanega. Un pastor jubilado no da crédito a los peregrinos que hacen el Camino en invierno sin nada a cambio. Una pareja se sienta en medio del Camino a ver pasar caminantes, pero eso de caminar hasta Santiago no va con ellos. El paisaje es rancio. No hace honor a Palencia. Ha perdido el color de la mies y el de la tierra. Ni amarillos, ni tierras, ni rojos, ni azules. El cielo amenaza ya, y respeta. Parece imposible que el mañana pueda contener la lluvia. Atravesamos el punto central del Camino, en Sahagún, buscando no otra cosa que tarjetas, espacios para nuestras entrevistas. Pienso constantemente en Werner Herzog y en sus documentales. Camino con facilidad. No noto ni cansancio, ni dolor, ni nada. En el albergue hablo con mucha gente, una antropóloga americana que vive en Japón, más alemanes, más italianos. Pero no saco la cámara. Quizá mañana. Me cocino por primera vez algo. Y me sabe a gloria. Cuentan las ranas en la Laguna de la manzana que Santiago está a trescientos cincuenta kilómetros. Como el bosque que se acerca a McBeth, como un final que se avecina.

martes, 30 de agosto de 2011

CARRIÓN DE LOS CONDES - TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS

 Es una etapa cruda. En ella, un gran muro, mitología de este camino; esos 17 largos kilómetros sin pueblos, sin fuentes, sin sombras. Un muro para los más débiles. Un paraíso para los solitarios, un reto para los que llegan a Carrión como penúltima estación. Pepe marcha con pies que no son suyos, Johannes se ha separado de Martin, la americana de Texas expones sus gafas de corazones al sol, las hermanas holandesas siguen su tren, Isaac apura sus fuerzas, y nosotros... como Saulo en el desierto, caidos del caballo, encontramos un pie. Empezamos a hacer entrevistas. ¿Y si...? Así empieza este comienzo que nos ilusiona hasta haber reconvertido el Camino en otro Camino. Entrevistamos a Isaac, entrevistamos a Pepe, entrevistamos a Pablo. Nos entrevistamos, pues. Confundimos de entrada sujeto y objeto. Y desde entonces, a otro y otro y otro peregrino, la americana, el americano, Martin, la gente que observa el paso de aquellos, los dueños de los locales, hospitaleros... La conversación deviene otra, la respuestas van más profundo de lo que lo hacen en lo cotidiano. Nosotros vemos más, vemos mejor. Ampliamos y ampliamos el horizonte ayudados por una cámara que filma. Pero, hay que preguntarse muchas cosas, claro, cómo empezar, cómo pedir permiso, cómo consguir que hablen, qué preguntas hacer, cómo dirigirlas. Pero sobre todo, me digo, ¿de dónde viene este nuevo fin, que parece ser un fin verdadero, un fin propio, algo inesperado?
 En los últimos días, algunas pequeñas experiencias derivadas del destiempo, me han permitido ver que esta burbuja que finge alejarse de un mundo hostil, esta burbuja en la que todo parece ser respeto, comprensión, fraternidad y entendimiento, conexión, en que parece haber no otra cosa que libertad y humanidad, tiene también sus propias leyes. La percepción humana, por lo que sabemos, es falaz, percibe por proyección, no por lo que realmente pasa. Y este Camino, con el tiempo, ha creado una enorme mitología basada en siglos y siglos de historia, y en una infinidad de historias personales que parecen seguir un patrón casi infalible. La pregunta es: ¿es una realidad o una creación de la imaginación, una expectativa poderosa? ¿Existe un mundo así, o es sólo la actitud de esa expectativa la que lo crea? No hay tendencia en la pregunta. Es, objetivamente, una pregunta. Me imagino un caleidoscopio de respuestas sobre el concepto Camino, sobre la experiencia personal del Camino, alejada de la aburrida mitología de los albergues y las ampollas. Los peregrinos han creado un lenguaje, tienen una temática y una semántica propia. Foucault lo hubiera considerado simplemente una disciplina, tan excluyente como todas las disciplinas. Existe el peregrino tipo, y, según nos alejamos, nos alejamos hasta alcanzar el "no peregrino", el que no anda, sino corre, el que quizá ande hacia atrás, el que no madrugue y quizá llegue cuando las cenas ya estén servidas, el que prefiera el sol a la sombra de la mañana, el que grite, el que banalice o ría quizá en exceso, no sé. Las tipologías de no peregrinos podrían ser también infinitas.De ahí surge la Idea del documental, del caleidoscopio. Pepe y yo partimos de tres o cuatro preguntas, pero enseguida se ramifican, crecen, cambian.Un nueva maravilla está ante nosotros. No kilómetros, sino contactos con seres andantes, Quijotes y Sanchos, Dulcineas y mesoneros. El paisaje se esconde, lánguido. Y como una epifanía, la cámara se llena de gentes que cuentan.Y nosotros en Malinoskys que ya se han confundido con el paisaje.

lunes, 29 de agosto de 2011

BOADILLA DEL CAMINO - CARRIÓN DE LOS CONDES


 Hay en este tramo, después del maravilloso paseo por la parva del Canal de Castilla, uno de los grandes hitos del Camino. Es algo personal, claro, porque Johannes, que lleva caminando desde Colonia, que ha visto 200 iglesias, ni siquiera se detiene a observarla. Es San Martín de Fromista. El modelo de nuestro románico jacobeo, el equilibrio, la mesura. En cierta forma, la perfección, el máximo de un estilo. He entrado en San Martín sabe Dios cuántas veces, pero nunca me cansaré de hacerlo de nuevo. El exterior es horaciano en lo arquitectónico. Representa de algún modo la Mediocritas Aurea. Si pudiera verla por primera vez, de nuevo, sería como un sueño. Envidio al que se acerca por primera vez a ella, virgen. Esta vez intento entender algo que me ronda desde Sto Domingo de la Calzada y que aumenta tras la visita de la Catedral de Burgos. ¿Qué espiritualidad vehicula San Martín? En el exterior, la fascinación por el Bestiario de los canecillos es a la vez pagana, en el sentido de que se deja envolver por la leyenda, el relato, y reflexiva, en el de intentar entender qué mensaje transmite la Iglesia al feligrés. Y no parece haber duda, a pesar de la infinidad de dudas que cada una de las imágenes nos deja: son la imagen del Mal, la mano que nos intenta apartar de una cosa llamada mal, definida desde los tiempos persas, y crecida con los años y los cristianismos. Ese Dios inmensamente bueno necesita un mal inmensamente malo. La iconografía, el sentido terrible de las historias de animales que devoran, las metamorfosis, las leyendas conocidas por todos, intentan transmitir algo conocido por todos hasta el día de hoy: el miedo. Esa lacra terrible de la que la Iglesia ha hecho negocio y desde la que ha construido su Bien. Del mismo modo que hoy las personas más pobres usan su poder desde el desprecio a todo lo ajeno, así aquella Iglesia (y esta) ejecuta su Tesis. Dentro, sin embargo, está la paz, la penumbra, el recogimiento, la maternidad, la protección, la mansedumbre. Ese es nuestro dios. Un Dios que acoge, que guarda, un Dios que percibimos desde el alma, desde el corazón. Ese Dios me gusta, sin embargo. Aunque me permito percibirlo desde un tiempo para el que no fue creado. Cometo ese delito, y me salto todas las normas. Como ser al que la belleza le envuelve, no me imagino algo superior a la catedral de Burgos. Pero el Dios que aquella encierra, un Dios que me engaña, que me muestra su inmenso poder, que me hacer sentir pequeño, que se muestra inalcanzable, que intenta impresionarme, convertirse en toda la luz del mundo, que es de algún modo incomprensible e inalcanzable, es un Dios que no me interesa. Me gusta aquel Dios judío que pelea a brazo partido con Jakob, de tú a tú, pero no el Dios del deuteronomio, del Anatema, del temor. Esta contradicción me lleva a pensar si son los elementos contructivos los que crean la deidad, o es la deidad la que exige los elementos contructivos. Mi ignorancia en la espiritualidad de ambas épocas es total. La pregunta es una pregunta eterna, la de estructura-función, la del estilo y la idea, la de la forma o el fondo, la del huevo y la gallina, al fin. En Sto Domingo de la calzada, en aquella catedrak dedicada a este santo al que le tengo también cariño, sabe Dios por qué, encuntro una extraña fusión: el altar románico se conserva, pero la nueva construcción se viene hacia el púlpito, y aparece un nuevo altar gótico. Queda un Dios doble, un monstruo, una quimera.

 Después, la carretera nos lleva hacia Carrión, hacemos una inmensa pausa en un jardín, para jugar al ping pong, preo hablar de Carrión es hablar de la afrenta del Cid, y donde el Monsaterio de San Zoilo y el increíble Claustro, modelo del "horror vacui", significa de algún modo premio, regalo, fin. Donde el sueño nos atrapa, donde el sueño nos protege. Santiago queda lejos, muy lejos.

domingo, 28 de agosto de 2011

HONTANAS - BOADILLA DEL CAMINO

 Es este uno de los tramos más bellos del Camino. Apenas unos kilómetros después de abandonar Hontanas con el fresco de la mañana, parece el Hospital de San Antón; una auténtica maravilla del gótico, en la que las luces hacen de las ruinas su reino. Poco después, Castrojeriz no es sino la estampa de un feudalismo casi estético. Su pequeña iglesia gótica es deliciosa.



En ella se esconde una talla extraña, madre con niño y con abuela. Y otras como esta, sorprendente. Desde los alto, la pista entre las grandes masas de secano, dominadas sobre todo por los cernícalos, es una estampa bella que parece conducirnos al horizonte. Bajo haciendo el cabra entre los arbustos. Y en Ítero, me doy cuenta de que he perdido el polar. Intento que me presten una bici, pero Juan Ramón Mendaka me lleva en coche, casi hasta Castrojeriz. Allí, en medio del campo, está el polar. Es linda la mano amiga cuando es generosa. Por orgullo, me devuelve al punto inicial. Desde allí, salgo coriendo - andando en busca de dos de mis compañeros de viaje. En los lindísimos horizontes y sobre las piedras, imagino sus siluetas y hago saltar mis pasos. A punto de caer la noche, de nuevo como Filipides, llego a Boadilla del Camino, con tres minutos de retraso. Allí, donde se da uno de los más lamentables personajes que da el Camino, un tal Serafín, que regenta el primer albergue del pueblo, al que ningún peregrino acude, establecemos el campamento. Por lo que oímos contar a la gente del pueblo se mueve entre la locura y la estupidez. Un pequeño mito en Boadilla. Después, la cena, riquísima, y los secretos de un albergue municipal misterioso, antiguas escuelas, que parece esconder en las esquinas de sus paredes misterios íntimos.

sábado, 27 de agosto de 2011

CATEDRAL DE BURGOS-HONTANAS


 Muy de mañana, la Catedral de Burgos me da una lección de Arte. La Catedral es lo máximo de este gótico nuestro, pero es mucho más que eso, representa la definición de lo que buscamos en Arte. A estas alturas, estamos más que entrenados en los elementos constructivos de nuestros estilos arquitectónicos, en descubrir en las construcciones la superposición de los tiempos, los orígenes, las adicciones. Incluso conseguimos situar dichas criaturas en el tiempo de los hombres. ¿Pero algo más? ¿Entendemos acaso la emoción que sintió Welles al colocar ese magnífico plano fijo de "Fake" frente a Chartres, mientras se despedía del mundo? Creo que sí. Aventurarme a esto es casi un ejercicio de impudor, pero lo acepto. Lo sentí en esta Catedral, la de Burgos, al sentirme perdido entre sus naves, al intentar explicar racionalmente lo que estaba percibiendo. Mi imposibilidad me produjo la emoción. La Catedral esconde sus secretos constructivos, te engaña, juega con tus sentidos. Es, en definitiva, mucho más rápida que tu razón. La emoción que te provoca es más grande que la explicación que a duras penas intento ensayar. Soy vencido, abducido. Y me dejo ir. Eso es el Arte. Luego el cimborrio sobre el crucero y sobre un Cid que es altar propio, luego la cúpula sobre la capillas de Condestables. La última puntilla, no queda más remedio que arrodillarse y pensar seriamente si es la belleza capaz de hacernos llorar. Me pasó en Sta Sofía en Estámbul, y con la Misa en Sí de Bach. Desde entonces en contadas ocasiones. Ayer me volvió a pasar. Por la tarde, atravesando la llanura, tuve la suerte de que la naturaleza me envolviera de nuevo, como pocas veces. La luz de última hora de la tarde comenzó el juego con la mies y la paja restante de la última siega. Quedaba el color, la luz, la sombra, la magia. Durante unos instantes supe que pasaba algo. Intenté percibirlo, sabiendo que la batalla estab más bien perdida. Me dejé llevar por la emoción como con aquellas luces y aquellas sombras de la Tundra y la taiga lapona, como con los hielos relucientes de Groenlandia, como con los reflejos del Malecón de L. Este mundo de secano y horizontes no desmerece para nada aquellos paisajes. Es ya parte de la historia propia. Y cuando el último sol apura su caida, escondido bajo la línea del horizonte, aparece Hontanas, escondida en la trémula luz del contraluz, como un inmenso regalo a un día que representa de alguna forma el abrazo de los abrazos.
  
  

viernes, 26 de agosto de 2011

DE CURAS Y RATZINGERES

El día 23 hablo con el cura de Grañón. De pura suerte, uno de los alemanes, protestante, me pregunta si le puedo preguntar al cura si él puede comulgar. ¡¡Pero claro!! ¿Cómo no va a poder compartir culaquier cosa con nosotros? Sí, claro, dicho así parece lógico, pero eso es como la palabra de Jesús, yo la puedo compartir con usted sin necesidad de la Fé, fuera de la Iglesia que usted representa, pero según dice el señor Ratzinger, esa palabra sólo puede compartirse en el seno de su Iglesia. Se ríe, y dice : "es increíble, abogamos por una doctrina para todos y caemos en esta inmensa contradicción. Cualquiera de las Religiones, incluso la mía, si es excluyente no nos vale" Después me habla de cómo cambió los Evangelios por la mitología Qechua para predicar allá, añadiendo: "¿Qué diferencia puede haber entre una palabra y otra para el mensaje que queremos; amor, fraternidad? Me tomo otra y otra porción de tarta de Santiago con ese cura. Y bebo y bebo del cava que me ofrecen. Porque que los Ratizngers existan no implica que los curas los sigan. Si pienso en cosas cómicas, en este camino, no se me ocurre nada más cómico, más absurdo, nada más cercano al mejor Ionesco, que las posturas de esta última Iglesia en el JMJ, bulas para las abortadoras que se arrepientan, decretos ley con potestad búlica para suficientes sacerdotes como para cubrir las necesidades del pergrinaje, exclusión por todos lados, no sé cuantas gilipolleces sobre homosexualidad, que de puro absurdo ya no sé si lo leí o lo inventé, un mundo con parejas jóvenes de cartón piedra, y un largo etcétera. Literariamente, la Iglesia ocupa ahora los años cincuenta o sesenta; el absurdo. Por supuesto, desde hace años llevaba ya el germen con su concepción sin pecado, y con la prohibición en el concilio de Trento de toda imaginería pagana. ¿Fue Ratzinger el que hizo picadillo el concilio Vaticano II con sus proezas? Que alguien me ilumine, por favor. En cuanto a lo cómico, por el Camino vamos inventando formas nuevas de hacer el Camino: andando hacias atrás, en carretilla... pero la risa lo ocupa todo, y quizá ni por esas nos consiga el santo bula eterna...

AGÉS - BURGOS

 Hay también Escilas y Caribdis en este Camino. En una habitación maravillosa ( casi tranquilo después de los gritos de los caminantes que ayer por la noche parecían haber perdido la serenidad. Gritos que por otra parte me hicieron escribir con prisa y con errores que no me dió tiempo a corregir... disculpas a los que las leyeron...) una loca roncaba y daba vueltas y hacía respiración de fuego kundalini de la que sólo nos redimían los tapones. Y, al final, casi como algo divino, en la extraña mañana, llegó la lluvia. Por suerte, ir a destiempo me evitó la lluvia, y sólo cuando esta escampó, se pusieron los pasos en pos de Atapuerca y en pos de Burgos, entre maravillosas encinas, bellotas verdes y piedras que parecían cadenas montañosas desde el cielo. Con la lluvia, los campos de secano cortados al ras se iluminan cuando un pequeño rayo se cuela en las nubes de la mañana. Y ya imparable, la belleza lo ocupa todo. Después, sólo un sueño: un cordero lechal asado. Sueño que el restaurante Polvorilla nos hace suplir con creces. Pero antes, después de la experiencia de Grañón y de Tosantos; la casa paroquial Maús. Un silencio que aparenta serenidad lo ocupa todo, pero de entrada digo que no iré a la misa, que no iré a la oración. No hay más peregrinos. Saltarse los rituales católicos y la cena. Enseguida las miradas extrañas, enseguida los reproches, los malos gestos, las malas sensaciones. Una pregunta subyace a la utilización de este tipo de albergues, que son en principio para el peregrino, pero que exigen una disciplina, un horario, un compartir la cena, y una oración voluntaria. La pregunta es ¿me inmscuyo yo en su vida cristiana? ¿Debería ocupar yo un espacio laico? Pero ¿es acaso lo católico propiamente católico? ¿De dónde vienen los fondos de lo católico? ¿de las subvenciones estatales? ¿de los fondos de mantenimiento público? ¿de las exenciones fiscales? ¿o de unos fondos originarios que la Iglesia amasó con regalos del poder señorial, de cesiones, de expropiaciones forzadas y de robos en nombre de Dios? Dormir en la casa de Dios es dormir en la casa propia con todos los santos derechos. Pero el laico tiene otra cosa: la dignidad de sentirse con derecho al espacio del católico,  y a abandonar esa casa cuando ya no parece que haya ninguna de las enseñanzas de Jesús en las gentes que lo regentan. E incluso con el albergue pagado recoger los bultos, decir al hospitalero que se va, que no se siente acogido por no ser católico, y a buscar refugio en las maravillosas estrechas camas del albergue municipal, en le que por otra parte a ningún cristiano le preguntan por su condición. Al llegar, la sonrisa de Lara lo ilumina todo, y en las frías sombras de este Burgos que ya pela de frío, nuestros tres alemanes y nuestra linda jienense compartimos helados antes de caernos en la perdición del vino de la Ribera...

jueves, 25 de agosto de 2011

TOSANTPS -AGÉS

 Atravesar un lindo bosque de roble y de haya y de pino, y después dejar abierto el mundo hacia esa otra parte. Atapuerca, quizá un hombre capaz de ser faber y habilis y hasta sapiens, que es lo difícil. Dejar que la imaginación, esa perezosa que puede poblarse de mundos con sólo llamarla a la puerta, se pueble de mundos y modos. Perderse en los montes mágicos de los Montes de Oca, con el susurro de las sombras, y a su abrazo, junto el río ciego y una brisa que es aire. Imaginar los cuerpos desnudos como si fueran partes de los troncos también desnudos, como si fueran corteza cubierta y manta. Abandonarse a la imaginación y volver y volver una y mil veces al Camino propio.

STO DOMINGO DE LA CALZADA

 Se cuentan muchas cosas de este Santo, del mismo modo que se cuentan muchas cosas de muchas cosas. La leyenda de la gallina y del peregrino asesinado injustamente por una "femme fatale" medieval y despechada ocupa cada rincón de Sto Domingo y de esta maravillosa catedral de la que quisiera hablar. Pero, realmente, hay algo de lo que hablar, antes. Me pregunto por qué me emocionan a veces con fuerza estas Iglesias, estos templos. Y una de las inmensas razones es, sin duda, la narrativa. El cristianismo ha conseguido algo innegable: hacer de la literatura algo transformador. Fueron capaces de convertir su historia "sagrada", basada en leves hechos reales y tocadas por la varita de la ficción, en la base para dominar el mundo, hacer territorio y captar adeptos y donativos hasta llegar a hacer creer a medio mundo que tenían una verdad. No contentos con ello, nos hicieron creer que era la única. De la otra mitad del mundo ya se encargó la "santa" inquisición. Hicieron, pues, de la literatura, un negocio redondo y rentable, hasta poner sus propios Popes y sus propias reglas. El oso del madroño tuvo que ascender desde la tierra para tocar el árbol que era en realidad la Iglesia. Sus tentáculos llegaron hasta la Comunidad de Madrid, y suman y siguen. Esta capacidad, que luego adoptaron los americanos con igual eficacia, con "ejes del Mal", Housseines y Binladenes, es una virtud envidiable, y a mi, personalmente y de corazón, me emociona. Los milagros de Sto Domingo me llenan tanto como los personajes que quedan esculpidos en cada silla del coro. De uno en particular quisiera hablar. Hablaré como Orson Welles en Fake, mintiendo, inventando. Quisiera hablar de Jefer, medio hombre, medio anfibio, medio mono. Su padre nació en una familia humilde y enseguida quedó al servicio de la Iglesia. Ayudaba al padre superior en las tareas más silenciosas, hasta que aquel empezó a violarle. Instruido con certeza en la doctrina y en la palabra, pensó que aquello era injusto, y así lo hizo saber. El cura, también  instruido en las doctrinas y en los métodos de la Iglesia, lo llevó a la "cueva de los anfibios", donde fue ultrajado en cuerpo y alma hasta convertirlo en un ser casi irreconocible. Consiguió, de todos modos escapar, y como por designio divino, conoció un amor que pensó que le redimiría. De él nació Jefer, como una quimera; mitad hombre, mitad anfibio, mitad mono. Nada más nacer lo condenaron a soportar el peso de su pasado, y aquellos brazos laterales del coro fueron sostenidos desde entonces por su espalda, y su cuerpo pequeño sirvió desde entonces de apoyo para los bostezos de esos seres que cantaban maravillas sagradas mientras ejercían los poderes podridos de las escrituras...  

miércoles, 24 de agosto de 2011

AZOFRA - GRAÑÓN

 Dice la desiderata que está colgada en el albergue del próximo día "acepta los consejos de la edad". Llamemos a la Edad sabiduría y no años y tendremos la razón de esta maravillosa noche en Grañón: Me lo dijo Pepe antes de salir hacia San Juan: "No te quedes en Nájera, quédate en Grañón". Y así fue. Después de una visita a Sto Domingo, a su Catedral y a su torre, nos dejamos regar por el sol de la tarde y por los aspersores de mitad del camino para llegar a la casa parroquial de Grañón. Y allí; este Camino cobró muchos sentidos. La hospitalera, de tierra de Campos, una tal Puri, explicó el funcionamiento de aquel albergue: sin sello, sin precio, sin hora de entrada, sin hora de salida, con cena comunitaria, oración comunitaria y libre, todo libre, sin presiones ni sugerencias de esas cristianas que te hacen sentir que puedes hacer lo que quieras pero que...
El edificio. la casa parroquial precioso. Arriba, una buhardilla con colchonetas, en el centro un gran comedor. Para cenar, ofrecieron los hospitaleros una ensalada estupenda y unas lentejas que nuestros buenos ojos dieron por buenísimas. Había vino, y después, hubo cava y hubo tarta de Santiago. Sobre la mesa, sólo ventiún hospitaleros; una pequeña familia. Por el camino, nuestro alemán encontró el amor y las sombras para el amor, las viñas el abrazo del secano, y yo, en Grañón, un fin de fiesta que fue humus para mi imaginación, y, sin temor y sin pudor, fueron muchas de las actitudes cristianas las que lo hicieron. La hospitalidad, el deseo de compartir, el ritual de la mesa, un cura estupendo, y una oración llena de imágenes, pero vayamos por parte, que cada una de estas cuestiones necesita de una entrada...

lunes, 22 de agosto de 2011

NAVARRETE-AZOFRA

  Suena la quinta de Mahler en mis oídos abandonando Navarrete, y, subido en ese gran segundo movimiento en el que Vane me invita a la humanidad misma, abandono Navarrete como en un gran barco, ajeno a la fealdad del entorno, acompañado por las cuerdas y por los metales de esa maravillosa orquesta guiadas por el Leo Bernstein. Después, son las infinitas viñas las que acompañan el paso hasta Nájera, recordando sutilmente que este espacio en derredor se llama La Rioja. Viñas y viñas y viñas, como una maravilloso ejército de futuros elixires. El encuentro con un francés que lleva ya un mes de ruta desde la mitad de Francia, que llegará a Santiago, y que ni siquiera va durmiendo en albergues, sino que lleva su lona y su techo, modeliza de nuevo la verdadera diversidad y, a buen seguro, en su caso, por su expresión, la alegría de caminar.
 Después, Nájera. Un río, una sombra. Un Locus Amoenus en el que dejarse mecer por el sueño, pero también por el agua, por la sombra, por el almuerzo, y donde poder cuidar de sí mismo como de los reyes, con masajes, estiramientos, y pasos por la hierba. Después, reanudar el paso, pero como la noche anterior frente al frontal de la Iglesia de Navarrete, hacer imaginación del estilo, imaginar retablos, y poner fechas. En esta maravillosa Iglesia de Sta María el mismo rito, pero además aquí el plateresco de los arcos del claustro es un deleite; con sus personajes de los bosques, sus caricaturas, sus serpientes semianfibias, sus antorchas que iluminan las oscuridades nuestras, sus caballos que nos permiten cabalgar a otros mundos, sus querubines fingiendo, y así un largo etcétera de miles de historias que van de arco a arco. Después, la cueva de Sta María, la leyenda del rey que la encuentra junto a una campana y azucenas y decide erigir una capilla en el siglo XI. Tengo que aprender de azucenas, me digo. Y de campanas, me contesto yo mismo. Y el sarcófago de una reina esculpida casi carne, capaz de arrancar una emoción, y unas lágrimas, a aquellos ojos capaces de ver donde reside el secreto de lo bello. Y así, a destiempo como en la entrada anterior, un camino acompañado por entre las luces naranjas de última hora de la tarde, entre viñas anaranjadas, espigas que terminan en lindas casitas de duendes, calabazas de ochenta kilos que los azofreños nos regalan "si las llevamos hasta Santiago" y un horizonte recortado en negro sobre naranja; Azofra, ya a última hora, con un albergue aún con plazas, como queriéndose reir de la prisa, en cuyo patio saludo con efusividad a cada uno de los miembros de la gran familia santiaguera; los chipriotas, los holandeses de Los Arcos y del encuentro múltiple, la pareja de alemanes de hace dos días desayunando junto a una linda capilla románica, la rubia y dulce alemana de pies destrozados que se mojaba los pies en la casa de Austria, la enorme teutona de pasos lentos, la familia de Logroño... Llegar es reencontrarse. Un destino es un reencuetro.Mañana quizá los pasos nos encuentren con las primeras luces del día. Más allá, Santiago.

domingo, 21 de agosto de 2011

A DESTIEMPO

Adónde coño ha ido toda esta gente, me pregunto a las siete menos cuarto de la mañana, aún espeso, y sin haberme despegado de las sábanas, al echar una vista rápida a un abergue ya vacío. ¿Pero no se dará cuenta esta gente de que a esta hora, cuando toda la gente se ha ido, las duchas están de vicio, no hay nadie en el baño, lo que evita colas, aguas salpicando por el suelo, encontronazos no deseados, y malos olores? ¡¿No se darán cuenta?! Y si se dice y se cuenta por ahí que el Camino es una romería es por estupidez e inercia, porque, evitando estas horas iniciales, camina uno prácticamente solo por la llanura, entre saltamontes en llamas. Y es una gozada, porque a esta hora, no sólo hay mucha más luz y un gran sol iluminándolo todo, sino un calorcito rico que te ambienta el cuerpo. Del horizonte, según avanza el día, desaparecen los peregrinos. ¡¡Justo en el momento de más luz, justo en el momento en el que de verdad calienta el lindo sol!! Los peregrinos son en general gente con prisa: se apuran para salir por apuro por llegar y tener sitio en los albergues. ¡¡Pero en los albergues siempre hay sitio!! ¿No se darán cuenta de que es muchas veces mejor dormir en el suelo, y de que la piel tostada por ese sol de media tarde que le regala la tarde al caminante perezoso, agradece mejor la ducha de la tarde, y sin colas, que la piel del que ha pasado todo el tiempo caminando bajo las sombras de la mañana?

LOGROÑO-NAVARRETE

¿Existe otro mundo en el mundo que no sea el Camino de Santiago? Es cierto lo que comentas en la entrada anterior, Pepe, ese "veo que ya estás metido en la burbuja". Hay una burbuja en este Camino, como en todas las cosas del mundo. Porque caminar es una forma de ver el mundo, y una forma de ver el mundo tiene un peligro: encontrar gente que lo vea del mismo modo. Algo debe de haber en la forma de conjeturar el mundo que produce una fuerte estructuración de este cuando esa vista coincide con la vista del prójimo. Por eso el grupo humano es peligroso: un ejemplo evidente de esto ha sido recientemente comprobar cómo los aficionados del Madrid eran incapaces de ver el zapatazo de Pepe a Messi (creo que era Messi) en uno de los últimos Barça-Madrid. Algo parecido sucede aquí, desde el momento en que no existe otra cosa que pasos, destinos inmediatos, albergues, y un destino final. Ayer, al llegar a Logroño, me di cuenta, al preguntar a unas cuantas personas por el albergue. ¡No sabían donde estaba! ¡Cómo era posible! ¡Cómo podía alguien no saber dónde estaba el albergue de peregrinos! Pero...¿existe otro mundo que no sea el Camino de Santiago? Y, claro, como siempre, existe. No todo el mundo se levanta a las cinco de la mañana, hay normalidad en que los bares no abran a las cinco y media para ofrecer desayunos a los peregrinos, es normal que los precios de los menús no diferencien entre peregrinos y no peregrinos (cosa que nuestro Madrid hace con los peregrinos papales) y, realmente, hay gente que sigue otros horarios, que sueña otros sueños, que vive otras vidas. Tras siete días de marcha, la gran familia santiaguera, la gran burbuja, el estado de las cosas de los que vamos hacia Santiago, te ha absorbido hasta ese punto. Es hora de dejarse llevar en el mismo grado que es necesario mantener los ojos abiertos. Porque caer en los mismos comportamientos que al otro lado del mundo que anda es como no moverse de sí mismo. Por esos lares discurrían mis pensamientos junto al río de la mañana protegido por los árboles en este espacio lindo que te va sacando de Logroño. 13 kilómetros de capricho, una casa rural de capricho para hoy, en vez de albergue. Un menú de capricho con verduras y pescado y mucho descanso. Porque no todo en esta vida es, ni siquiera, caminar.

DE POTEO POR LOGROÑO

Si había una razón para llegar a Logroño era el Poteo. Había oído a Elena (¡¡que por cierto tiene plaza en Biescas!!) y a Rafa el del Camino, que Logroño era una ciudad muy viva para el poteo. ¡¡Y hostias!! Si pasas la calle Portales a la izquierda, accedes al mundo del poteo logroñil. Y allí, dos sitios; uno es el capricho de los caprichos en tema pintxos y en tema vinos: foie con queso de cabra en salsa de fresa, ensaladilla de mar con gamba haciendo el pino, regalo de alcachofa y jamón ibérico en bolsita crujiente de pan, pintxo de atún fresco, cocochas en tempura con pimiento najerano, tiritas de bacalao al ajillo, crep de boletus... así hasta nueve maravillas diferentes acompañadas por dos Lan: el d-12, normalito, y el edición limitada, llena de sabores frutales, especias, y un regusto maravilloso y sorprendente a incienso. Después, en otra calle, en un lugar regentado por una habanera del Cotorro que estudió con nosotros en la ENA, mira tú, comí la mejor tortilla de patata del mundo, tal como la presentó un logroñés de avanzada edad, con razón.  Pequeña, redonda, y cremosa. El vino Predicador tenía el equilibrio de la sabiduría. Una fiesta, un regalo.

sábado, 20 de agosto de 2011

LOS ARCOS- LOGROÑO

 Ir, andar, es también despedirse. Se lo habíamos escuchado a Rilke una y otra vez, sin llamarlo "andar". Pero ¿qué diferencia puede haber entre "andar" y vivir? Si tuviéramos que reducir la literatura a una sola metáfora (lo cuál por otra parte sería una estupidez muy propia de nosotros mismos) la reduciríamos a la metáfora del viaje. O lo que es lo mismo, a la Odisea.  Esto, este juego, propuesto por el Borges de "El inmortal", esconde un juego (el literario), y una verdad, probablemente (el camino, la vida). Si le preguntáramos a otra argentina, Mercedes Roffé, ella dejaría escrita en "las linternas flotantes" una pregunta que dice: "¿Camino hay?" Pero ¿hay diferencia entre ver o no ver el camino? ¿es el camino un rastro o la trayectoría de nuestro próximo paso? En todo caso, en este día que comenzó a hacernos a andar a las 5:30 (ya con calor) y que, huyendo de las multitudes nos dejó solos en medio de la meseta de media tarde, la de los locos, tuve mis dos primeras intuiciones. La primera, emparentada con aquellos pensamientos literarios deslabazados, metaforiza encuentros y despedidas a mínima escala en esta torre de babel que es el Camino. Nos hace encontrarnos una y otra vez con el alemán que estudia políticas, nos reencuentra con Chiara y Raffaela, con el sueco Nikolas, el de la mano que falta, nos despide de Ángel y Josefa y quizá nos haga encontrarnos de nuevo con los sevillanos y Rafa, en este Logroño al que no esperábamos llegar. De Andrea la de Munich, nada se ha vuelto a saber, de Patrick el irlandés, tampoco. Nos encontramos y partimos, nos despedimos y nos volvemos a encontrar. No tratar de retener el agua del río / ser guijarro que acaricia el agua / ser hoja seca que flota / hacerse gota ntre las gotas. Todo es mucho más sencillo. Cuidar de los pies, masajear y estirar los músculos.  Mirar siempre en dirección a un horizonte. De la segunda intuición, quizá hablé mañana. Santiago queda lejos, seiscientos diez kilómetros son muchos pasos.

viernes, 19 de agosto de 2011

LIZARRA-LOS ARCOS

 La teoría de la relatividad es algo extraño. Cuando a las 6:43 de la mañana iniciaba mis pasos de esta nueva etapa pensé que ya era demasiado tarde. En Madrid a estas horas las calles rara vez están preparadas para ser pisadas, aún renqueantes de soñadores y adoradores del elixir de Baco. Pero aquí, en esta última parte de este Agosto, ya es tarde. La luz apunta maneras y aquellas leves nubes rosadas que el día anterior fueron designadas por Ángel como "lluvia de media tarde", no aparecían por ningún lado. Así que enseguida el día apareció por completo y con él el calor de la mañana, como una avería potencial de nuestros pasos. Pasos entre amarillos que ya indican meseta y que son delirio para el que aprecia los espacios amplios, las masas únicas y una leve ondulación en la línea del horizonte, un deleite para el que ve en el ocre de las hojas secas algo bello y en el movimiento del saltamontes los gestos del guepardo de la tierra seca. Al final; Los Arcos, con fiestas populares. Para nuestro alemán que va recuperando sus resacas, poco vuelo en la fiesta, para los niños, diversión con las novillas, y para este que escribe, nada como la saeta a la virgen de las angustias cantada por una peregrina a la que el calor fundió sus fuerzas, y desde el medio de aquella meseta, cantó con sentimiento a su virgencita, para solicitarle esas últimas fuerzas que le llevarían a Los Arcos. En el Albergue "casa de Austria", una torre de Babel de italianos, berlineses y californianos. Santiago a 640 kilómetros.

PUENTE LA REINA - ESTELLA

  Se esconde Lizarra en el bosque como queriendo hacer honor al origen de su nombre, y parece mentira que a apenas unos pasos, acariciado por la lluvia suave de las nubes que ya de mañana Ángel y Josefa habían diagnósticado como "lluvia de media tarde", ese Txirimiri vasco que aclara y suaviza las tardes, se esconda esta pequeña maravilla en la que, tras más de veinte kilometros de lindos pasos y espacios abiertos, descorche el río y un vino rojo de junto al rio, que sobre una plaza escondida parece convertir lo inesperado en sueño, en vuelo, la libertad en algo tan sencillo como sentarse junto al porche a beber, reir, idiazabalear y dejar que el todo sea tan todo como parece poco, sin que siquiera los propios disturbios del agua viva sobre un colchón que parece llover en la litera de arriba dejen otra cosa que una sensación de ser uno mismo el que está lloviendo, como si en el reflejo de la mirada sobre las gotas propias una inmensa empatía simulara una caricia que es a la vez manta y armadura. Como si la primera vista de la mañana fuera un regalo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

FILIPIDES EN PUENTE LA REINA (Zubiri - Puente la Reina)

  Contaban que cuando los atenienses vencieron a Sparta en Marathon, Filipides arrancó hacia Atenas. Lo hizo muy de mañana, porque desde el maravilloso Puente de Zubiri hasta Puente la Reina habia cincuenta kilómetros, si se pasaba por la basilica de Villava o y si se rodeaba Pamplona por el río, para entrar de largo por la Puerta de la muralla tras atravesar la Magdalena. Cuentan que madrugó como nunca antes, que no hizo ni un pequeño ruido para no despertar a los soldados de su camarote, y que salió por los caminos de la noche, mezclándose con la brisa de los pájaros de la mañana, con el silencio del transcurrir del río junto al camino por un entorno que su fé militar le hizo confundir con la Amazonia, y que, una vez escuchado en el puente de Larrasoaña el gallo de la mañana, una vez que el dia empezaba a querer despertarse, soñó con que llegaría a Atenas. Los bosques de Arre, las vistas desde el acantilado y las propias cantinelas le acompañaron como si de una alegría corporal se tratara, hasta que el inmenso sol de la media tarde lo detuvo en Pamplona como si de un vendaval se tratara. Pero cuentan también que sus pies marchitos y la inmensa ilusión del jardín de olivos que imaginaba en su destino se consumieron como si de uno se tratara, una vez alimentado el cuerpo de carnes y aguas, y apaciguadas las negativas del paso a seguir el paso. Cuentan que ni el viento embravecido en las alturas del Perdón, ni las piedras ni los remolinos de arena bajando hacia ese Puente mágico, el de la Reina, pudieron con su paso que ya marchitaba. Ni siquiera pudo con él la soledad con la que el sol deja al caminante sobrepasado levemente el mediodía, al que sólo resiste vagamente el saltamontes. Y dicen que la palabra amiga de Ibi lo codujo en volandas hacia el Puente, y que allí se encontró con el Jardín soñado, donde entregó una concha en señal de mano, y su esfuerzo y sus kilómetros a sus secretos. Y dicen, que, aunque en la leyenda original, Filipides entregó la palabra y abandonó el mundo, la realidad fue diferente. Que esta vez, en Puente la Reina, sobre un colchón en el suelo, se abandonó a un sueño que más parecía el abrazo del mundo.

EL VINO DE LA TARDE

EL GALLO DE LA MAÑANA


Existe, verdaderamente, el gallo de la mañana. Siempre había pensado que simbolizaba algo, que era una
imagen bella para el amanecer. Como un bing bang del día. Una especie de abanico, un trabajador de Helios y de Mercurio, quizá, quién sabe. pero nunca pensé que existiera, realmente, este gallo de la mañana. Porque ¿qué sentido puede tener dar el pistoletazo de salida a un día? ¿Dónde hacerlo comenzar, dónde establecer esas líneas con las que tanto nos gusta estropear el paisaje del ver, del pensar, del sentir? Pero estaba equivocado: el gallo existe. Creo que en verdad ese gallo no canta al amanecer, sino que lo grita, lo pide, lo desea, lo sueña, al fin. Creo que el gallo duda de lo que vendrá, no da por supuesto, y con mucha razón, un nuevo día, sino que cada vez que aparece tranquiliza su grito. Del mismo modo que deberíamos hacer nosotros. Sin suponer el regalo de la luz, los suelos que pisamos, los techos que nos protegen. Así callaríamos las alegrías en vez de gritar las desdichas. Aún sostiene el gallo este anhelo, y, solitario, nos salva recuperando también para nosotros el día. Lo supe en el Puente de Larrasoaña, mucho antes del amanecer, camino de Puente la Reina, con parte de la noche ya a mi espalda.





UNA NOCHE DE ALBERGUE

  Una noche de albergue tipica en el Camino es una fiesta. Si cuando te vas a acostar no habias comprobado la dureza del colchon, ahi la tienes, como goma de borrar. Otra cosa es la estabilidad de la litera de arriba, no apta para vertiginosos. Suponiendo que al cuarto entre aire y que todo el mundo haya dejado sus botas fuera (algo asi como imaginar a Izquierda Unida gobernando el pais) el calor sera insoportable, y mas si te equivocas de saco. Pero si aun asi tienes la suerte de acabar en una habitacion de seis, lo cual es un milagro, tendras que tentar a la probabilidad para comprobar que en una habitacion asi nunca roncaran menos de un cincuenta por ciento de los presentes. Roncar no estaria del todo mal, en todo caso, porque en realidad esas respiraciones son como espirales, torbellinos de la noche, tornados del sueño, que se confunden con las vibraciones del despertador de la mañana. Pero eso no es nada, hay posibilidad de tener fiesta en el exterior, que los primeros caminantes de la noche nos abandonen con el ruido de las cinco, y, sobre todo, de que aquellos colchones sean en realidad criadero de chinches imaginarios con los que entretener a los picores de la noche. Si por la mañana estas descansado o aburrido hazte responsable. Tuviste todas las posibilidades de disfrutar la noche...

PIRATAS

  Vencer es retirarse a tiempo. Se lo escuché a la Pasaban no hace mucho, lo lei en un cuento propio tampoco hace tanto, que escribi en realidad con la mano de Javier, y se lo vi a hacer al mejor Ovett, el del 84, en aquel toque de campana en los Juegos Olimpicos de Los Angeles (recuerdo que me emociona en el mismo grado que me impresiona). A nuestra tripulacion la atacaron los Piratas muy de mañana, y al primer envite perdimos, o creimos perder, a nuestro primer tripulante. El "Palometa" mantuvo a la tripulacion de ánimo a pesar de las heridas que le dejaron los Piratas, pero a nuestra generala las heridas se le hicieron grandes, y a pesar de los vendajes, los torniquetes, y el "rubbing", la perdimos para siempre en el mar embravecido de la tarde. No basto la belleza de las luces del dia, los bosques de mar, los colores, las pequeñas corrientes riachueladas del mar ni ese verde azulado que hace el agua cuando imita el bosque. Ni siquiera la fuerza de Rob y el buen hacer de Alex impidieron la perdida. Vencer es sin embargo retirarse a tiempo, es buscar un proximo vuelo, es el intento, el esfuerzo, el amor, es un grupo unido. La generala se despidio como una Euridice herida ya de muerte, pero se llevo de calle y para siempre el canto de Orfeo, el baile de las piedras y el sueño del Can Cerbero; se llevo una mano y una Anabasis...
  Cuando el primer tripulante herido salio a flote en el horizonte, para nuestra sorpresa, supimos que la tripulacion estaba perdida; no habiamos sido capaces de escapar de los Piratas. Yo hui por las profundidades del agua y de la noche, mientras los Piratas se llevaban a los demas a otras costas...
  Y cuando pude sentarme sobre una piedra a ver pasar el rio, imagine que contaba mi historia a alguien que queria escucharla, y le hablaba, a pesar de todo, de los colores, los olores, el aire, y una frescura sobre los pies destrozados. Despues, como sobre la mesa de un Ulises, me imagine el vino a raudales, la risa, la desmemoria y los abrazos de despedida a los que se habian ido. Por delante, en el horizonte de la noche, solo vi a Filipides...

lunes, 15 de agosto de 2011

LA CENA PRIMERA

  Qué hago yo, me preguntaba, en la cena primera, como un anticristo, levantándome de la mesa, sujetando un papel que me pide que cante una oración a un Dios en el que no creo, y someterme a una oración que se me escapa de las manos. Que hago yo de monaguillo del maestro de ceremonias cristiano, traduciendo a un mar de ateos como yo, cosas de la fe, en este ritual maravilloso que es la cena. Una primera cena con solo doce personas, como debio ser aquella de hace muchos años siendo sin embargo la ultima. Pero, aunque echo de menos la pregunta de si ser o no ser creyente, lo veo como una extraña ruina del pasado, un poco como las fotos de la Rodero, aunque estas me escuecen mas, todo sea dicho. Y asi observo, desde fuera, esa hipocrita actitud cristiana que te deja decidir invitandote de entrada a la respuesta. Adoro los rituales tanto como los detesto cuando permanecen fijos a algo ajeno. Quiza no sea posible otra cosa, quien sabe. En todo caso, una cena riquisima, Axoa vasca, un postre delicioso, y una limpieza e intimidad como posiblemente no vuelva a ver en el Camino...

St Jean de Pied de Port - Roncesvalles

 Creo que Carlomagno cedió a una tentación demasiado humana: el menosprecio. Eso, más que las tropas de Marsil, al que Roldán arrebató una mano, le venció. Envió por desprecio a Ganelón a negociar con el enemigo, y este se alió con él. Y así Carlomagno perdió a Roldán. A Roldán, sin embargo, le perdió el orgullo. Y al único que fue sabio y prudente, el buen Oliveros, lo mató el respeto y el amor por Roldán. Roldan tocó el olifante por última vez un 15 de Agosto como este en el que yo y mis tropas, o más bien yo entre las tropas de un ejército sevillano, atravesamos el único paso "factible" desde Francia a españa desde St Jean de Pied.
  El paisaje es típico de las vascongadas, el mismo de los caseríos de Vizcaya, y el bosque es el bosque cerrado y mágico en donde encontramos brujería y poemas de Eichendorf. En mi ejército de sevillanos, la luz es una arquitecta de rizos lindos, y en donde sobra fuerza y gracia. Si algo me puso de rodillas sobre la tierra en esta subida fueron los chistes de Sergio, que dieron, como en los mejores chistes de Alberto, con mis huesos en el suelo, y me hicieron caer hincado de rodillas.
 Atravesando esta niebla me imagino a Oliveros blandiendo a Altaclara, el cerco entre los collados, la clara y roja sangre sobre le prado, el débil Roldán tocando el olifante y un Carlomagno tierno recogiendo los restos de su sobrino del suelo. En la belleza; la muerte. A nosotros no nos atacaron ni el cansancio ni la lluvia, y aquí en Roncesvalles queda la niebla sobre una lindísima iglesia de Santiago, una espléndida Colegiata que intenta ya acercarse al gótico pleno, y sobre todas las cosas, un Silo, edificado en donde en otro tiempo Carlomagno debió enterrar a Roldán, con el corazón roto y la barba llena de lágrimas. A 790 kilómetros; Santiago.
 

domingo, 14 de agosto de 2011

ST JEAN DE PIED DE PORT


Partir es ante todo salir de si
romper el aprisionamiento del Yo
ir en busca de lo contrario

 





En la pura noche
cuelga la luna llena sobre la calle Alcalá.
Y es en ese instante detenido
en ese infinito en el que la luna flota
en el que pierden sentido los horarios de los hombres.
  El sinsentido de una palabra como "retraso"
se nos presenta cuando nos preguntamos
¿puede la luna retrasarse?





Me dispongo a las vacaciones (palabra con la que no me identifico) sin agitación. Más bien con la naturalidad de la propia contingencia y con una sensacion de ser mas bien conducido, sin que el deseo, la ilusión o el sueño, participen; sólo el "necesario" transcurrir de las cosas. El sentimiento me sorprende, no es mas que un movimiento natural, sin miedo y sin expectativa. Son como esos pasos desenfocados bajando escaleras hacia el suelo...


 



 St Jean forma parte de ese grupo de pequeñas ciudades francesas que los franceses conservan en formol. Tiene el encanto de lo muerto, de lo enmarcado para asegurarse que no respire; que no sea ni villa, ni pueblo, ni nada. Caminar por St Jean es como caminar por una lámina de un mercado turístico, por un lugar con grillos mudos. Naturalmente hay rincones en los que le vida astilla el marco, dando vida a un sueño muerto. Desde la ciudadela: nuestro valle... 

sábado, 13 de agosto de 2011

EL CAMINO DE SANTIAGO


  Las cosas de este mundo no empiezan ni terminan cuando se rompe el silencio o suenan las fanfarrias doblegadas sobre la dominante. Son, al contrario, para el que sabe escuchar, sutiles; se cuelan por entre las rendijas del tiempo, invisible e insondable, como las cosas del espíritu. Los comienzos y los finales los da el corazón, falte el tiempo que falte, haya pasado el tiempo que haya pasado. Y hoy, casi organizado el pequeño petate con el que intentaré recorrer el Camino de Santiago, sentí un comienzo. Fue al tragar esas dos primeras dosis de Vitamina C que me acompañarán a diario.  Después, cerré el Petate, y, como una señal, llegó la llamada de Pepe, que hizo este mismo recorrido ya va para dos años, y que ha sido estrella polar y empujón definitivo con esa pequeña nota que me hizo escalofrío en las carnes y me emocionó como de verdad me emocionan las cosas:
 “Acaso fue por la túnica. Acaso Penèlope, tejer y destejer, la dejó corta de sisa, desparejada de mangas. Quiza a él, que siempre fue enjuto de carnes, le quedaba como un saco. Quiza sólo fue por su azogue perenne, su inquietud constante, quién sabe, Ulises se nos fue de viaje. Mares, los conocia todos, tenía la piel curtida por soles de cien tierras, heridas de mil aventuras. ¿que buscar?¿Donde ir? Sólo le quedaba el cielo, y alli puso rumbo, cogió su mochila, cargó su sirope de arce, y se fue a las estrellas, campus estelae, Compostela.  Esperando estamos sus noticias. ¿Como será su relato?
  Hablará tal vez de huidas, de monstruos, de buitres, de beatos atorrantes, de gentes desnortadas buscando una mano que les guie, de turistas de folleto. Recordará seguro las risas, aderezadas con el amargor de la cerveza, los ofrecimientos, las gentes sencillas y cabales, vitales, que buscan tan solo conversación, amistad, las personas que, liberadas de corazas cotidianas, rien y gozan con el propio reencuentro. Quizá de aventureros, hablando mil lenguas, buscando simplemente algo distinto.
Sabrá seguro describirnos el escalofrio, producto, quiza, de la luz, del rocío en los bosques navarros, de la magia en los gallegos, de la luna en las amanecidas, del fulgor de las mieses, o de los girasoles, abatidos por el sol implacable en los horizontes infinitos de las tierras castellanas.
¿Nos contará de sus alegrias sin motivo? ¿ de sus penas repentinas ?”


 Transcribo este fragmento por  una razón que con el tiempo va tomando cuerpo en mi. Nada surge de la nada. Cosemos nuestras telas con el pasado propio y prójimo, amasamos como el joven alfarero nuestra arcilla con los fragmentos de la pieza mayor del maestro. Y aceptando una experiencia ajena, desde el corazón, qué coño, no hay otro modo, disponemos nuestros propios pasos, con el máximo de firmeza posible, sobre un camino que se dispone delante y por pisar, por hacer, por escribir. Siento en este momento, aún en Madrid, que mis pasos ya van por delante. Si las conexiones tienen éxito, saldré mañana muy temprano en la mañana y alcanzaré en la tarde San Juan de pie de puerto; la falda de los recuerdos de Roldán tocando el olifante ante la lágrima de un Carlomagno envejecido al que el amor por su sobrino le hacía ya más daño que los estoques de las espadas. Y en esa falda, quizá empuñe mi propia Durandarte, en busca de sólo Dios sabe qué destino. El que quiera acompañarme en la lectura encontrará siempre un compañero. Y ya, sin más, como mi pequeña sobrina Anititi, ya modelo de todas las cosas, me calzo las protecciones y dispongo mis primeros pasos.