jueves, 22 de septiembre de 2011

LA ANTIPAELLA



Esta es una tapa basada en una que probé en un restaurante de Santiago, O Curro da Parra. La tapa en cuestión se llama “Bloody Mary made in Galicia”, y ha ganado el premio de tapas en Santiago 2011. La mía mantiene la idea de aquella de la salsa de tomate, e incluye materiales de la paella, pero va como sigue:
 Para seis raciones. 
 Se hierven 8 tomates hasta que se rompe la piel. Se sacan, se enfrían, se pelan, y, troceados, se echan en una olla con un sofrito anterior de cebolleta picadita en juliana. Después se añade una manzana picada y se cocina todo aproximadamente una hora, hasta que el tomate está hecho. Después se pasa por la batidora. Se ajusta el punto de sal y se puede añadir aceite al gusto.
 Aparte se hierven un cuarto de kilo de judías verdes y cuando estén cocinadas se pica muy fino y se reserva. Se hace igual con el pollo: se hierven dos cuartos traseros de pollo, aproximadamente media hora. Cuando está hecho, se le saca la carne en hebras y se reserva.  Después se cocina una guindilla seca. Cuando está blanda, se saca y se reserva con el caldo de la cocción. Se deja enfriar y se mantiene siempre sobre su caldo.

 Para la tapa se echa en un cuenco de caldo un fondo generoso de judía verde, una segunda capa, también generosa,  de pollo. Después se cubre todo con la salsa de tomate, se añade una cucharita del caldo de la guindilla y ¡¡un chorrito de Cointreau!!
  Probad, merece la pena.
  

domingo, 18 de septiembre de 2011

MADRID

 He empezado a revivir el Camino a través de las imágenes. A los textos, les he empezado a poner imágenes. Si queréis, en los próximos días podreis ir viendo algunas de las fotos de este Camino...

SANTIAGO DE COMPOSTELA - MADRID

  El último día de Santiago fue un regalo. Como un extraño y maravilloso goteo, después de recoger a Andrea por la puerta de Platerías, esa que llamaban en verdad la Puerta del Perdón, la de la cara Sur, porque los peregrinos verdaderos, esos que venían por la parte Norte, sobre todo por el Camino francés, solían entrar por la llamada Puerta del Paraíso, metáfora del encuentro con la Catedral y con el Apóstol. Pero el Paraíso es duro, y sólo los que habían tenido una vida, vamos a llamar "elegante", salían por la otra, ya perdonados. De ahí su nombre; Puerta del Perdón, que da a la Quintanilla dos Mortos, curiosamente, aunque esa ya es otra historia. Recogí a Andrea y volvimos a la Plaza, donde llegaban muchos de los de "mi tramo". Llegó el segundo Martin, y allí estaba la linda y rubia, sonriente y enrojecida Lara, feliz, victoriosa. La alcé en hombros. Es la más linda sonrisa del Camino. Después llegó Ninette, por fin y quizá para siempre con Erich. Después fuimos a comer al sitio de las croquetas. Y allí, lo increíble: David y Paula, mis pacientes, los padres de David de Prado, como si nos esperaran!! Se tomaron un Godello con nosotros, nos hablaron del Camino con sabiduría, y nos dejaron comiendo. Después, subimos a las cubiertas de la Catedral, comprendiéndola por fin; a ella, y a la ciudad. Una ciudad construida en torno a una reliquia, enriquecida por una peregrinación. Crecida desde la piedra. Y luego,  las mitologías, las metáforas, las alegorías, la evolución de un estilo, a medias entre románico y gótico; único, maravillosamente verdadero. Y luego ese altar barroco, ¿cómo se llama, badoquino? sujeto por esos ángeles gigantes... Después el abrazo al apóstol y después la última entrevista, a una Lara radiante, con un fondo insuperable; la Catedral, toda la plaza. Un fin perfecto con alguien significativo. Después vino "la última cena", con Andrea. Un aperitivo de pan de gamba con crema de manzana y micuit de paté de rape, un sashimi de jurel con huevas de trucha, caballa y sardinha, un choco con crema de perejil y papa arrugá con mojo picón con polvo de tinta, unos berberechos con verdinha y bacalao, una sardinha de San Juan, un bonito con nueces de macadamia y frambuesas, un carpaccio de vaca vieja con risotto de la tierra, y dos postres; un jardín de frutas y una tarta de queso invertida. Os dejo las fotos para que veais lo que se merece un peregrino, después de más de novecientos kilómetros. Preferible al perdón eterno. Al día siguiente desayuné Tarta de Santiago. Me despedí de Obradoiro, de Lara y de Andrea, y me cogí un tren que sin pena ni gloria me trajo a Madrid. 

 Aquí me esperaba Patricia para ofrecerme el último gran regalo, para mostrarme que en cada paso , estés donde estés, es posible convertirlo todo en belleza. Con esa capacidad con la que convierte la cotidianeidad en Arte, dijo: "Este viaje no puede acabar de otra manera. Vamos andando a tu casa". Así llegué a casa. A pie.

jueves, 15 de septiembre de 2011

MUXÍA - SANTIAGO DE COMPOSTELA

 A las 6:45 de la mañana de hoy, en Muxía, cogí un bus en dirección a Santiago. Como si de un extraño sueño se tratara, he viajado totalmente dormido hasta la capital compostelana. El autobús, ese invento rueda, por no decir motor, ha roto el encanto. O no, nunca se puede saber. Ayer, por la noche, en el Santuario de Muxía, después de escribir mi última crónica y recoger mi tercer diploma (por el cuál se me libera de mis pecados y creo que se me da bola para cometer nuevos sin recargo por el resto de la eternidad) cené una ensalada templada con vieiras y pulpo flambeado, antes de que me vinieran a recoger en un Mercedes (toma ya, qué cambio)  para llevarme a mi última entrevista de ayer, en una casa rural de los alrededores de Muxía, en casa de un periodista del Correo Gallego que es experto en temas de peregrinaje. Pertenece a la sociedad gallega de amigos del Camino, tiene una casa rural perteneciente a una cosa llamada Bono Jacobeo, y conoce bien los entresijos y muchas de las leyendas de esta criatura vica que va de los confines del mundo hasta este campo de Estrellas. Su mujer y él son un tándem perfecto. Y así es como el documentalismo te abre las puertas de la casa del prójimo. A la pregunta de cuál es la leyenda favorita de ella, contestó que la de la Virgen de la Barca. Estaba Santiago Apóstol seguro de que su predicación no daba resultado, quizá sentado como estábamos ayer, en la piedra que da al mar, viendo la puesta de sol, cuando se le apareció la virgen de la barca: una mujer venida en barca de piedra que le dijo que ya estaba bien, que su predicación había llegado a su fin y que daría sus frutos con el tiempo. Así fue como Santiago volvió a casa, y cómo, muchos años después, pero muchos, su predicación hizo aparecer esta ruta Jacobea. Realmente es un modelo a seguir, especialmente en lo político y en lo social. Es posible que los frutos del 15 M no se vean hasta muy entrados los tiempos, pero llegarán. Recuerdo el día en que Daniel Jiménez me dijo que la igualdad de género se alcanzaría en unos quinientos años. Qué realismo. Hay prisa, en este mundo. He tardado un mes en un trayecto en el que normalmente se tarda diez horas en coche. Creo que ese es el ritmo real de la criatura humana. La entrevista siguió con orujo, y más y más leyendas, intentando encontrar alguna de las claves que hacen entenderse a los hombres. ¿Es el camino en sí una leyenda? ¿Necesitan los humanos de dicha leyenda para entenderse?, ¿acaso son incapaces de hacerlo en un marco de menos ficción? Es posible que sí, que sea una necesidad. En todo caso, qué más da: hay una posibilidad. Dicen que los peregrinos originales venían en busca de la última luz, la que chocaba con el verdadero Finisterre, que era en realidad el Cabo Touriñán, el verdaderamente más al Oeste de los Cabos. Finisterre fue Finisterre por un error romano, pero nos dejaron muchas otras cosas. El Mercurio romano puede que tenga una base etimológica similar a las Mouras que pueblan los caminos gallegos, que junto a los Mouros, son “palabras vivientes”; las que esconden los secretos del mundo, las que lo vivifican. Hay algo en esta Galicia que bebe de la tradición florentina del Anima Mundi; no dejan de nombrar las cosas, los terruños, los cruces, los cabos, los cielos. En Galicia hay vida por cada uno de los rincones. Y en cada Cruceiro una batalla. Dicen que estas criaturas no indican el rumbo, sino que ayudan en la batalla con el Demonio. Cada cruce es una batalla. El Camino de Santiago está lleno de cruces. De St Jean hasta Muxía hay novecientos cincuenta kilómetros llenos de cruces en los que el mal libra una batalla con el bien. Me pregunto si en todos vencerá siempre el bien, y no lo creo, realmente. Pero la aventura merece. Salí de aquella linda casa con un libro de leyendas bajo el brazo. Ser documentalista es querer ser documentalista, sin más. Y cuando uno lo cree, todo viene rodado; todos lo creen. Eso es la Fé. Supongo que es como en cualquier otra cosa. Hoy, ya en Santiago, entrevistaré a los que llegan. Es curioso cómo suceden las cosas. A la casa del periodista llegué de milagro. Ayer, después de ir cayendo y cayendo a cada una de las maravillosas playas, saliéndome del camino, estaba tratando de encontrar el camino de vuelta, pregunté a una mujer; pero era peliagudo, así que me llevó a una de las marcas. Aprovechó para preguntarme que por qué hacía el camino, le dije lo del Documental, llamó al periodista, le puso en contacto conmigo, y así se formó el percal. Del mismo modo, esta mañana, al llegar a Santiago, volví a encontrar a los eslovacos que un día entrevisté camino de Astorga, inmensamente sonrientes, y, en un ratito, iré a la plaza a buscar a los llegadores de mi tramo. De seguro, entrevistaré a Andrea.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

FISTERRA - MUXÍA

  
  A partir de aquí, está decidido: no daré un paso más... de momento. Como decía Janko, el suizo, esta mañana, viéndome no querer irme de Fisterra: "es difícil irse de un lugar así". Y es cierto; ambos nos quedamos sin querer salir. Yo, desayunando y paseando por la playa, antes de salir hacia Muxía. Luego, las tentaciones;a cada una de las playas que me llamaba la escuchaba. Me salía del camino, me descalzaba, y daba caricia fría a los pies. Así hasta Lires, en donde ya estaba demasiado fuera del Camino. Por suerte, y esa es parte de la magia del camino, una mujer me llevó hasta él, motorizado, y, de paso, me puso en contacto con un periodista especialista en cosas jacobeas, que me ha invitado a entrevistarle, a él y a su mujer, después de acercarme al Santuario y cenar. Una vez hecho esto, dormiré. Después, volveré a Santiago, a por mis últimas entrevistas. Después, me iré a Madrid. A todos los que me seguisteis, mil gracias por alimentar las palabras. Si a alguno ya le pica la curiosidad, que no lo piense, que coja la mochila y se dirija a St Jean...
 ¡¡buen camino a todos!!

martes, 13 de septiembre de 2011

ALVEIROA-FINISTERRE


  Estoy en el fin del mundo. En mi última entrevista descubrí algo. Era un gallego de pura cepa. ¿Hay algo mágico en Finisterre?, le pregunté. "Nada de mágico, lo único que ha habido en Finisterre ha sido hambre. Es todo un cuento". Y es cierto, es un cuento, un cuento como la Odisea, como la Utopía de Moro, como los Viajes de Gulliver, como El espacio del Señor de los Anillos, como el de Alicia al otro lado del espejo. Un espacio mítico es también Finisterre; y una maravilla necesaria poder vivir en él. La llegada a Finisterre es mucho mejor que una alfombra roja; es una inmensa playa por la que los ya castigados pies parecen caminar sobre algodones. Terreno blando, terreno fresco. Todo como preparado para la catársis final, que esta vez si sucede: este es definitvamente mi Dios, un Dios pagano, que retumba silencioso, infinito, que es a la vez cuna y madre, potencia de vida y cobijo para una infinita cantidad de criaturas de agua. Sin trucos ni venganzas. Una inmensa potencia creativa, un gardián del silencio. Como el sol, es el mar nuestro Dios, como los campos de Castilla, como el bosque, como el verde, como la lluvia, el mar es nuestro Dios. Si algo te da el caminar es el contacto con el ritmo del día, con un amanecer y un atardecer verdadero.Los únicos que han tenido ese contacto han sido los esclavos del campo. Mi abuelo trabajaba de sol a sol, seguro vió amaneceres y los naranjas del atardecer, pero debió sufrirlos más que contemplarlos. El paraíso de los desheredados. La belleza de este lugar es de ensueño. Si te quedan fuerzas, puedes entrar en el faro por la parte de atrás, después de atravesar el monte, subir hasta el puerto, y bajar por la otra cara, mientras va bajando el sol. Después, una inmensa y casi insoportable subida te pone de cara al faro, y ya sólo tienes que dejarte caer. Allí, el sol desaparece. Y con él, el viaje llega al final, Mañana andaré hacia Muxía para hacer un conjuro secreto. Pero el fin de la tierra ya está aquí, y el homenaje tras más de novecientos kilómetros ha sido inolvidable: Zamburiñas, almejas, lubina, y tarta de queso. Y Ribeyro del bueno para acompañar. Menos el queso, todo salido de este mar que lo es todo, y más allá del que no hay nada...

lunes, 12 de septiembre de 2011

NEGREIRA - ALVEIROA . La Graduación del Peregrino

 Graduarse como Peregrino es vivir Galicia. Vivir Galicia es someterse a la realidad natural: la lluvia. Esta mañana, como siempre a destiempo, me desperté cuando todos se habían ido. Después eché a andar bajo la lluvia. Lluvia verdadera, no ese Orbaio del que hablaba ayer. Durante dos horas empapé la capa y me dispuse realmente a seguir. Me dije: hoy es tu Graduación como Peregrino. Pero las vigilias, las oraciones, mi buen hacer cristiano de los últimos días han llamado al Apóstol, y este, sobre las diez, me levantó el castigo y fue convirtiendo el espacio gris en un espacio azul, ya iluminado por un sol real, el de la tarde. El valle cerrado de robles de la mañana se convirtió en un mundo de prados en el que, de alguna forma, la imaginación intuye ya el mar. Pasé buena parte del día caminando con Marco, el italiano, hablando de Caminos y miedos y poderes, de una forma muy curiosa: él en italiano, yo en castellano. Me recordó a cuando Agnieszka y Galina hablaban una en polaco y otra en ruso. Lo sorprendente es el entendimiento. Por primera vez entiendo casi todo lo que dice un italiano. Me atrevería decir que al 90%. Hay algo en eso que es también clave para el Documental. La metáfora del Dios castigador de los judíos es Babel. Les manda la lengua para condenarlos a no entenderse. Sin embargo, hay una paradoja: en esta Torre de Babel jacobea, el entendimiento es total. Se produce desde el corazón, creo, pero facilita la lengua, la comprensión de la lengua. En la ruta jacobea es más fácil entender italiano. En mi última entrevista en holandés, también entendí casi todo. ¿Cómo es posible?, me pregunto. Pero lo es. Las diferencias de edad, las diferencias culturales, ideólogicas o lingüísticas, por no hablar de las de la creencias, no deben ser un problema para el entendimiento de los hombres, sino más al contrario, una ventaja para su enriquecimiento.
  Casi viendo el mar, pienso en la Fé, y, cómo no, en la neurociencia. De eso también quiero hablar en el Documental. El placebo es la potencia curativa más fuerte. Su base está en la creencia. Miles de estudios lo demuestran. Mucha gente ha sido capaz de transformar sus vidas, o simplementes de vivirlas, basándose en su Fé. Sea esta en un Dios cristiano o en un Camino de Santiago pretendido como transformador, para nosotros es igual. La creencia, la fé, es la que produce los cambios neurológicos suficientes para el cambio. Por supuesto no el Apóstol, ni desde luego ningún Papa. Posiblemente ningún Dios. Pero qué más dá. Lo importante es que haya algo en lo que creer lo suficiente para vivir, o para cambiar. Quizá esta noche Nadal tenga la suficiente fé para acabar con el monstruo de Djokovic. Esa es la realidad; esa y que mañana, Dios mediante, avistaré el Oceáno.

domingo, 11 de septiembre de 2011

SANTIAGO - NEGREIRA


 Hoy me acordé de Cela. Son cosas que uno tiene que admitirse a sí mismo. Esos deslices. Pedro de Mezouzo(?), que dirigía el cotarro religioso de esta zona en el siglo XIV, y del que se piensa que fue el autor del texto del Salve regina (según nos dijo ayer el cura de la Catedral, en la Vigilia), tenía algo en común con Camilo: ambos vivieron en Iria Flavia. Pero, aunque quizá en eso me traicionó la memoria, durante todo el día de hoy recordé el principio de una novela que para mi fue enorme hasta que la intenté leer por segunda vez: "Mazurca para dos muertos". Aquel comienzo, aquella borrada línea del horizonte del orbaio continuo, es lo que nos dejó hoy esta verdadera Galicia. Y bajo ese Orbaio continuo fui saliendo de Santiago, con visiones de la Catedral entre el hinojo que lo cubre todo, y el roble, y ese eucalipto que no nos muestra más que la estupidez y la prisa humana por dejar la tierra yerma. El espíritu original del Camino volvió, y pude entrevistar a tres americanos, a dos checas, y a un italiano. Creo que en un rato podré entrevistar a una pianista alemana de Hamburgo. Hay también una sudafricana a la que posiblemente engañe. En todo caso, no estoy seguro de que el tema dé para más. En busca del secreto de la comunión de la que hablaba en la entrada anterior, quedan más dudas que certezas. Veremos. Al final, saliendo tarde de Obradoiro despidiéndome de los que llegaban; Paolo, Steffano, Manuel Pena, la chica de Albacete...me sentí de nuevo como si paseara tranquilamente, como el Rousseau de "Les revèries...", despreocupado definitivamente de los grandes asuntos ilustrados, para caminar tranquilamente hacia el mar. Me pregunto si no será esa la verdadera luz; el caminar tranquilamente. Me pregunto si no será ese el mejor y más auténtico libro de Rousseau...

SALCEDA - SANTIAGO DE COMPOSTELA

 Me pregunto cómo será el Camino del cielo, cómo se llegará a él. Y me imagino una traza de baldosas amarillas como las del Mago de Oz, o quizá el trayecto de la savia por el que cayó la primera Alicia. Pero es, en todo caso, pura imaginación. Mi llegada a Santiago la había imaginado una y mil veces, pero me equivoqué por completo. No conté con la mayoría de los detalles: una cierta prisa por llegar a la misa de doce, ni la oscuridad de las cinco y media de la mañana, que me hizo perderme por un camino asfaltado en el que por suerte encontré una casa con luz ( Esa luz me hizo atreverme a llamar, y aquel chico medio dormido (eran las 6:30, lo lógico hubiera sido que me hubiera mandado "al caralho", como mínimo) me indicó amablemente el camino de vuelta.). No conté tampoco con la lluvia de la mañana, ese "orbaio" redoblado de la verdadera Galicia. Y tampoco conté ni con la niebla que me privó de la vista de Santiago desde el Monte de Gozo, en donde una espantosa escultura gigante recuerda a otro espanto de la cristiandad: al papa Wojtyla. Pero, sobre todo, no conté con la cantidad de gente que había en la Plaza de Obradoiro, no conté con el ruido, con los gritos, con el cuchicheo insoportable en el interior de la Catedral. Así que las lágrimas de la imaginación se convirtieron en un inmenso deseo de irme de allí. Luego vino la Misa, en la que ensayamos los cantos con una monja antes de empezar, y en donde hubo una especie de moderación, bajo aquel altar maravilloso e irrepetible entre los altares de los templos de Dios. Como me decía Paolo esta mañana, en la misma plaza, cuando yo ya marchaba hacia Fisterra "no siento ningún tipo de emoción". Pero el Camino te deja también sorpresas así. En Jenufa, como bien contaba Kundera, cuando Jenufa se entera de que su hijo ha muerto, simplemente pregunta: "¿De modo que ha muerto?" Janacek, en la partitura original (estropeada durante años creo recordar por los arreglos de Rimsky) escribe tres notas blandas, algo sin grandeza. Así es la emoción al llegar a Santiago. En una de las entrevistas de hoy, un italiano me contaba que no esperaba nada de su llegada a Santiago, que su destino era Fisterra, y que, sin embargo, cuando vió los pináculos de la Catedral se le pusieron los pelos de punta. Así somos, irrepetibles. Pero aún así, volví por la noche. Me senté en la Plaza y vi pasar el tiempo. Después, fui a la Vigilia. Como un católico puro, leí en alta voz el Comienzo del Apocalípsis de Juan frente al Pórtico de la Gloria, fui rociado de agua bendita (ay, Dios), caminé bajo un Credo hasta el Altar, me senté sobre la tarima del Altar que cubre al Apóstol, a cincuenta centímetros de la Orfebrería, pasé con los demás a escuchar el Salve regina (y su historia) en la maravillosa Capilla de Pilar, y bajé a la Cripta del Apóstol. De todas esas rutinas cristianas, el Camino me deja en general un buen sabor; muchos de los que están al semifrente del catolicismo tienen un concepto de Dios abierto y libre, en el que mi concepto divino ( la luz de esos maravillosos atardeceres )encaja perfectamente. Sus rutinas de expresión, comunicación, compartimientos y fés no nos muestran más que el sentido común de la palabra. Y en ese encajamos todos. Ante concepto duro de un Dios único, concreto, casi histórico, mi ateísmo se hace infinito, infranqueable. Pero es aconsejable participar de las rutinas con las que no comulgamos, casi como método. Cualquier creencia es terrible cuando empieza uno a pensarla como cierta. Después me fui a tapear, junto al mercado de abastos. Y no quiero hablar de eso para que nadie se muera de envidia. Poco a poco la ciudad recuperó la calma y se convirtió en un regalo. Pero se hizo de noche y Finisterre es el verdadero fin de esta travesía de la luz. Ante Santiago, sin embargo, puedo decir ya que hay algo común, capaz de unir a los hombres a pesar de su diversidad de cualquier tipo. Y ese algo en común, capaz de mover a toda esta gente hacia un destino único, es lo que es necesario encontrar.

viernes, 9 de septiembre de 2011

MELIDE - SALCEDA (sesión de tarde de Hospital de la Cruz - Salceda)

 Y así, tal como lo pintaba, continuó el día. En Melide obvié casa Ezequiel y compré pilas para el frontal, con muy buen criterio... Después me dejé caer, subiendo, por un bosque de Robles, una maravilla, mientras un sol frontal caía picando al cielo. Antes de Arzúa un Locus Amoenus, con río y todo, me llamó, de lejos. Hice caso omiso a la llamada, mi objetivo estaba en acercarme lo más posible a Santiago. Pasé Arzúa y entonces pregunté por el siguiente albergue. Hice bien, porque aunque no llevo guías y no soy como los alemanes, que lo llevan todo planificado, hay cosas que es mejor saber. Eran las 19:15. El siguiente es Sta Irene, está 16 kilómetros. Casi se me cae el alma. pero, investigando, conseguí uno a 11. En Salceda. Atravesé otro bosque hasta que los pìes dijeron basta. Entonces, en medio del bosque, en una casita, pedí queso de Arzúa y vino de Mencía, y la tomé con cuatro gallegos a los que no entendía ni una palabra. El regalo de ir a destiempo. Jamás en tiempos y en horas de peregrinos es posible algo así. había un hombre que no sabía que edad tenía su mujer cuando murió. La camarera, joven, se reía, pero lo hacía con una linda compasión. Dijeron que todo se pasaría en madrid cuando gobernara Rajoy. Después me explicaron que era en broma, y acabaron explicandome que allí todo era PP, pero que, por suerte, en este momento, no había ni un pepista. Después volví a salir. Casi no había luz. Me puse el frontal, y soñé con Salceda. Cuando llegué, con los pies doloridos después de sabe Dios que cantidad inmensa de kilómetros, sucedió el milagro: el albergue estaba vacío: ¡¡era todo para mí!! Me dijo el regente que era la primera vez que pasaba, que habían fallado ¡¡13 reservas!!. Había doce camas para mi, a elegir. Me duché en el baño de las mujeres, claro, y me pedí un Gin tonic para celebrarlo. Ahora he venido a escribirlo y en un minuto cuidaré de mis pies. Santiago está conmigo. Dios mediante, mañana yo estaré con él.

EL ACEBO - ...... - MELIDE (en varios días)

 Respondo a vuestras llamadas de preocupación, a las llamadas de atención de Pepe sobre este silencio informativo y al lindo mensaje de los que saben escuchar a Mahler, para intentar poner un orden momentáneo al devenir. Estoy en Melide, a 51 kilómetros de Santiago. Mi fé en llegar es ya casi absoluta. A media tarde, después de caminar hoy ya cerca de treinta kilómetros, sé que esta tarde me llevará a la falda de Santiago, para intentar alcanzarla mañana. En estos días, la falta de ordenadores, y el deseo de caminar con la última luz de la tarde me impidieron escribir, pero he de contar los hechos tal como fueron. desde el Acebo, aquel día, descendí hacia Molinaseca por la pendiente de piedras pensando en cómo la disfrutaría si tuviera una bici, pero en todo caso, bajando como una cabrilla hasta Ponferrada, que me horrorizó, quitando el cocido berciano y dos o tres detalles. Después, me tiré hacia Villafranca por entre los viñedos de Mencía y la última luz, la anaranjada, oyendo a un extraño pájaro cantar sólo dos notas, como dos golpes. En Villafranca, por primera vez, no encontré sitio. Decidí sentarme en la plaza con Steffano, a comer un pincho, antes de seguir. Eran las ocho. Saludé a Carl, que vive en Zurich, un tipo de dos metros al que había entrevistado dos días antes, y me dijo: "tengo una habitación doble en un hotel, paga el suplemento y quédate". Así que estas cosas mágicas tiene el camino, siempre hay sitio. Sólo hay que caminar tranquilo y esperar el regalo de St Jakob. Al día siguiente volamos subiendo el Cebreiro, hasta que encontré a Birgit, la danesa con la que había "contratado" ya una entrevista tres días antes. Después todo fue suave, el calor, la subida, Gloria poco antes de llegar a la cima. Y entonces todo fue rápido; un entrevista a Gloria y a un conflictólogo hablando de Dios como armonía con uno mismo y del camino como un negocio de curas, y después, a última hora de la tarde, cuando ya la luz se empurece, solo en pos del Cebreiro, la muerte. La verdadera. A un lado del camino, François se desplomó muerto unos cinco minutos antes de que yo llegará. No le dío tiempo a decir nada. Llegué el primero, y no comprendí cuando su amigo me dijo "Il est mort". Pero tomé pulsos inexistentes y comprobé la lividez del no retorno. Eso es certificar la muerte. Avisé al 112 y me quedé con aquel amigo incapaz de comprender hasta que la guardia civil y la ambulancia vinieron a cometer sus atropellos legales. Pero cuando vinieron no quise ver más, les dí el pesame a los amigos y seguí caminando. El Valle estaba en su esplendor. Me di cuenta de que el sol seguía bajando, embelleciéndolo todo, y decidí seguir caminando hasta que la luz decidiera irse, más como homenaje que como nada más. Arriba soplaba el viento, hacía frío. El sol siguió bajando. Desde arriba, vi el camino que le faltó hasta la cima, pero pude ver todo el valle, el verde, la luz, y no me imaginé una muerte mejor en ningún lugar mejor. Fue un regalo, el final. François quedaba allí, engullido por el monte, mientras su mujer llamaba a un marido que ya no oía. Habíamos oído el teléfono sonar y sonar. Allí estaba la verdadera tragedia. No me detuve en O Cebreiro. Seguí cayendo del otro lado del Valle hasta que la luz se fue. Quedaba una cama en Hospital de la Condesa. Me duché y me fui a dormir. A la mañana siguiente cojo con Steffano la desviación hacia Samos, donde los benedictinos tienen el Monasterio "vivo" más increíble. Decidí quedarme. Allí comprobé varias cosas: una, cómo la arquitectura fue capaz de utilizar la luz para adaptar el Monasterio al Ora, labora, come y bibliotequea. Alucinante. La luz siempre apuntando hacia el lugar en el que uno está a lo largo del día. A veces, la arquitectura nos enamora. Comprobé también, en la misa del Peregrino, que la vieja Iglesia se derrumba. Aquellos monjes vejestorios de cuerpo y alma se quedan solos en unas rutinas y en unas ideas que nadie sigue. Han perdido compañeros, han perdido fieles. Cantan desafinando. Es patético. Sólo una Iglesia con cataratas intelectuales y con todavía poderes económicos puede mantenerse así. Pero no tardará en caer. Está tan alejada del mundo y de la palabra de Jesús que da pena. Descubrí también, a un lado, un árbol centenario y una capilla prerománica formada en dos cajas. La mayor parece abrazar a la pequeña. Es una maternidad arquitectónica, un abrazo de amor. Precioso. Al día siguiente seguí caminando, bajo un calor de muerte, viendo despertarse al bosque de la mañana, viendo despedirse al bosque de la tarde. Atravesé el Minho con miedo a casi 40 grados centigrados y pasé Portomarín en pos de Santiago. Cuando cayó la noche alcancé Hospital de la Cruz, a unos ochenta kilómetros de Santiago. Comí un Pulpo maravilloso, escribí, y me fui a dormir, después de estirar y tratarme el pie, que hoy me ha dado "guerrilla". Pero esta mañana estuve bien, caminé con unos australianos del sureste bastantes kilómetros, y volvía encontrar a Xabier, al que no veía desde Sto Domingo. El paisaje en Galicia es indescriptible, pero en esta parte el camino es otra cosa. La vieja fraternidad ha desaparecido, los peregrinos son otra cosa, y esta senda adquiere un carácter mucho más comercial. Así que seguiré andando con la Luz, que es mucho más real y mucho más pagana que el Santo Compostelana. Quizá mañana alcance Santiago, quién lo puede saber...

 

domingo, 4 de septiembre de 2011

STA CATALINA - EL ACEBO

 Habla Rilke del Abschied casi como si fuera rutina. Despedirse todo el rato. Reencontarse y despedirse.Y así es aquí, en este Camino. Ayer, después de veinte días de caminar en pos de Finisterre, sabe Dios si no en pos de Santiago, al llegar a Sta Catalina, Andrea gritó: "Pablo!!" Hacía veinte días que no la veía, desde aquella bajada al Puente de Zubiri. Para mi era una de las almas sagradas de este Camino, alguien al que de verdad quería volver a ver. Fue como un regalo con la la última luz de la tarde. Suficiente para detener el paso y no intentar llegar a Rabanal. En eso consiste también caminar, en detener el paso donde algo te dice que lo detengas. Cenamos de maravilla antes de empezar una entrevista que de verdad tenía ganas de hacer. Casi cuarenta y cinco minutos dándole vueltas a los secretos de este Camino mientras fuera caía un frío que parecía alemán. Hoy Andrea salió más tarde que nadie. "Soy mala peregrina", me dijo ayer. Sin embargo, la volvimos a ver en Foncebadón, casi de milagro. En Foncebadón nos pusimos como el kiko Ninette, Denisse, Sara y yo a crema de calabaza y estofado de ciervo. Una vergüenza en cuestiones de austeridad. Llevo dos días que sólo hablo alemán, hasta a los españoles les hablo en alemán. Mañana tiraré solo de nuevo, en busca de nuevas víctimas en otros idiomas, para recuperar la cordura. Hoy, en todo caso, conseguí dos entrevistas en alemán, una en finlandés, una en brasilero, y una, maravillosa, en español. Tomás dijo algo lúcido. Que los católicos se han apropiado del camino, pero que no es suyo, que el Camino hace librepensadores, que es lo que necesitamos, y que hay mucho peregrino que no se entera. En fin, en general, la gente habla mal del peregrino, como si fuera alguien que pasa, que corre, que se toma la peregrinación como una carrera o una profesión. Dentro de esa fraternidad, hay una falta de admiración mutua. Ayer conseguí entervistar a dos eslovacos que me hablaron en eslovaco, pero que al final me hablaron de Santiago y de la luz y de estar al lado de Dios. Me gustó la historia. Emocionante. Hay fés que me emocionan. Cuando son verdaderas, honestas. El roble de hoy atrapaba, el enorme valle, la vista final del horizonte, esa Ponferrada que se adivina. Siempre en el bosque, subiendo hacia el Ferro, bajando hasta el Acebo. Fue lindo caminar con Denisse camino de Foncebadón, y con Ninette bajando a duras penas hacia el Acebo. Hay quien lleva los pies que parece un cementerio. No me explico como pueden caminar. En Manjarín encontré secretos inconfesables, en el templo de los Templarios. cada vez creo más que este Camino estaba ya hace tiempo, que siempre estuvo, que fue una simple ruta en pos de una luz, de ese Finisterre que siempre fue. Y, aunque para muchos pasar de santiago no tiene sentido, creo que tengo claro que seguiré hasta el Fin de aquella tierra, para asomarme al fin de sabe Dios que cosa. Mecido por la belleza del valle que hay al otro lado de la Cruz del Ferro, que está vez no me impresionó, y en la que no dejé nada de lo que tuviera que desprenderme (prefiero convertir lo que no me valga en arcilla para modelar), y atrapado por el frío, en un albergue parroquial de nuevo, creo que me voy a ir a dormir y escuchar de nuevo a Mahler. Pienso que hace veinte años estuve con Jaime en Foncebadón y no había nada. Pienso que ahora hay cuatro albergues y tres restaurantes y no sé que pensar. Pero tampoco creo que haya mucho que pensar. Más bien seguir caminando, que dicen que Santiago no está tan lejos como decían... 

sábado, 3 de septiembre de 2011

HOSPITAL DE ÓRBIGO - ASTORGA ...


  Estoy en Astorga descargando las tarjetas en un disco duro que acabo de comprar. Era imposible con el material que tenía, no podía seguir comprando trajetas de 8 gigas, así que aquí estoy. De nuevo, cada mañana, me pregunto si seré capaz de entrevistar y entrevistar, y, sin ambargo, desde aquí, desde Astorga, después de una mañana entre maizales y encinares, ya puedo decir que entrevisté a un argentino, a un suizo alemán, a dos flinlandesas (la primera entrevista en finés), a una dueña de local, a un italiano que se me había resistido desde el Burgo ranero, a dos madrileños que casi me seguían para que les filmara, y al dueño de un lugar llamado la casa de los dioses, donde todo es biológico y gratis; donde prima el amor. Parece un lugar incluso fuera del Camino de Santiago. En Astorga está por llover, la catedral está cerrada, el palacio también, así que me dedico a estirar y a estas cosas informáticas. El teléfono parece haber muerto, y, para esta tarde, el rabanal parece quedar un poco lejos. Empiezo a escribir el guión del Documental, y aprovecho para actualizar las entradas. Me siento fuerte, y eso me da más fuerzas. No tengo problema en andar cuarenta kilómetros al día, podría incluso hacer más. No he llegado a notar cansancio y sigo sin ampollas ni dolores. Así que es posible que esta tarde siga disfrutando de las últimas luces de la tarde, que son en realidad las que más me gustan...
  

LEÓN - HOSPITAL DE ÓRBIGO

 Muy de mañana salimos del Albergue de León hacia la magnífica Catedral. En el pórtico, vemos lo que nos espera en el Infierno. Por nuestras obras, nos meterán en una caldera hirviendo. Es el mensaje del cristianismo, heredado del Yahvé del Anatema; todo amor, todo compasión, todo hermandad. Un poco como Ratzinger, pero con menos sutileza. Y dentro, verdaderamente, Dios; un Dios diáfano, que es esta vez algo por llenar, luz. Más allá del triforio, un piso. De Levante, la luz de la mañana. De poniente, la de la tarde. En medio, un yo, iluminado por un Dios intangible, escurridizo, cambiante. Un Dios luz. Quizá aquí alcanzó el gótico el máximo en concepto de deidad, utilizando la arquitectura, y curiosamente, volviendo a conceptos absolutamente paganos, al Dios sol de todos los pueblos previos a Grecia y a Roma, el Dios sol del otro lado de Finisterre.
 Intento salir de León, ya solo, preguntándome si conseguiré mantenerme Malinowsky sin Pepe. Y lo que realmente me cuesta es salir de León. Consigo hacer una entrevista a un italiano que me fascina con su idea del silencio, a un francés que no tiene piedras que tirar, nada de lo que desprenderse, que viene caminando desde la Alsacia, ya va para tres meses, y que se llama, curiosamente, Pièrre. A dos ancianos que bordean el camino, un minero casi sordo, y una Tomasa que ya no puede andar ni desde su casa, pero que mantiene una sonrisa infinita.
 Las nubes de hoy me maravillan a media llanura, siempre amenazantes pero como dibujadas, como esculpidas. camino entre maizales por una especie de páramo, maravillándome por los pequeños girasoles aislados entre la paja cortada, como flores de otro mundo. Entrevisto a un par de gentes del lugar y llego a Hospital (después de cuarenta kilómetros, tras coger la variante que va por el monte), donde la casa parroquial es una maravilla, una casa con un patio precioso, del XVII, y donde el hospitalero tiene dos cosas que me maravillan habitualmente en este mundo: pasión e inteligencia. Le entrevisto frente a la cámara durante más de media hora, y, como un Mercurio, sus historias me atrapan, y sus propuestas, desde la iconografía de Santiago hasta las tablas de san Pedro de Fromista, hasta sus leyendas, como la de Don Suero, me embelesan. Después me voy a cenar el plato típico de Hospital; sopa de trucha; una sopa castellana sin huevo y con trucha. Un regalo gastronómico. Después, escribo un poco y me voy a dormir. Santiago está a dos pasos; algo así como doscientos cincuenta kilómetos...

jueves, 1 de septiembre de 2011

EL BURGO RANERO - LEÓN

  Llegando a León nos preguntamos si nos podríamos nombrar como los Peregrinos de última hora, y Pepe dice que sí, no está para más. Nos sentamos en una tapia baja y me pregunta ¿Pero no habrá una Policia del Camino para evitar esto? Y es que las ampollas le han creado una nueva imagen de Héroe. Desde el Burgo Ranero, esas lagunas con ranas, hasta León, hay 40 kilómetros. Pepe, antes de volverse a casa, quiso terminar a lo grande, así que lo hizo con chanclas. ¡¡Toma ya!! Por el Camino quedó la lluvia de la mañana, Ewa, la polaca, arrastrándose por el Camino hasta Reliegos, donde comimos en el bar del Tete los mejores tomates del país, mientras le hacíamos a Ewa nuestra primera entrevista en polaco. En nuestro espíritu Malinowsky, la dejamos hablar y hablar en su idioma, sin enterarnos de nada. Es nuestra segunda entrevista del día, después del murciano de esta mañana y algunas tomas del Tete, que tampoco están mal. Después, sin que varíe mucho ni el camino ni el paisaje, aparece Mansilla de las Mulas, a la que llegamos con Marisa, una mujer de Cuenca que una vez hizo el Camino con un caracol al que llamó Macaco, para el que hasta sacó credencial. Ve a los peregrinos con prisa, sin disfrute, y nos cuenta una y mil anécdotas de peleas por llegar pronto y de gestos feos. Hay otro camino, parece decir. Pero habla y habla sin dejarnos grabar hasta que en Mansilla decidimos seguir hasta León. Al salir del pueblo, sin embargo, vemos a nuestra americana que vive en Japón. Nos dice algo, pero los coches no nos dejan oír, así que me acerco, me pregunta si seguimos, y digo que no, que hemos llegado hasta allí para hacerle la entrevista, y no tarda en aceptar. Esta charla es, realmente iluminadora, y, aunque no hemos revisado el material, nos cuenta que caminar es para ella un proceso de integración, que el decidir caminar y el no conocer a nadie facilita la comunicación y crea la burbuja. Hay algo en el caminar que tiene que ver con la integración del cuerpo en todos los procesos humanos. Ella es original de Boston, pero vive en Japón precisamente por eso, nos cuenta. Es antropóloga, así que le pregunto por cómo lo ve desde sus ojos de antropóloga, y me habla del espacio entre los límites, el espacio liminal, ese espacio de máxima libertad. Es eso, dice, el Camino, es esa la verdadera oportunidad del camino, su secreto. Este encuentro con Cristat, y una conversación telefónica en argentino fingido son los dos momentos del día. En ambas brilla la inteligencia, ese bien escaso que encontramos como si de verdadero petróleo se tratara.

miércoles, 31 de agosto de 2011

EL CID CAMPEADOR

  Negar el aspecto literario que veo en todas las cosas sería como cambiar de cáscara. Empecé en San Juan de pie de Port por Roldán, me arrodillé ante la tumba del Cid en la Catedral de Burgos (no tanto por admiración al Campeador como por respeto filológico al comienzo de nuestra Vulgari Eloquentia), me dejé fascinar por las leyendas cristianas (que en realidad han sido, en su mayor parte, se sepa o no, robadas a los paganos)y por las imágenes del Mal de Canecillos y Coros, y busqué entre los bosques cercanos a Carrión las huellas de la afrenta a las hijas del Cid. En Burgos, cerca de donde empieza, por decir algo, la calle Santander, hay una estatua del Cid. Va a caballo, pero no sigue el modelo ecuestre de los reyes. Sigue algo que tiene que ver con el caminar. El caballo sólo eleva la pata derecha. Está presto a avanzar, se dirige hacia delante, pero no lo aparenta. Rodrigo Díaz está sobre las espuelas, ligeramente inclinado hacia atrás. No se precipita, no se lanza, espera, pero no espera sentado. La lanza, sin embargo, apunta hacia delante. Apunta, pero no se mueve. El de Vivar tiene presencia. Es grande. Incorruptible, invencible. Su fuerza reside en ese movimiento, en esa dirección que no va, sino que espera, en la firmeza del estar, del aposento, de la raíz, más que del avance. Eso es, exactamente, caminar: estar, apenas dirigirse. Es casi una mirada, una señal, un índice. Sin embargo, el rey le concede la posibilidad de tomarse la justicia por su mano ante los Condes, tras la afrenta. Y, si la memoria no me falla, él lo hace. Eso ya no es caminar, eso es perderse. El rey parece darle la legalidad que le niega al Alcalde de Zalamea. Aquel, un caballero, este, un campesino. La literatura; el espejo de todas las trampas humanas.

TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS-EL BURGO RANERO

Segundo día de entrevistas, necesitamos gente que hable francés, necesitamos rellenar la torre de Babel, los rostros, los andares. Tenemos que mejorar las preguntas, tenemos que aprender a abrir las puertas a la gente, tenemos que ser antropólogos. Las historias que nos van llegando se amplian. Un francés vuelve a casa, haciendo el camino al revés, después de cinco meses caminando con su perro. Parece más que relajado. Una pareja de franceses, mayores, caminan para agradecer el hecho de estar vivos después de un infarto y tres by pass. Udo, que viene desde Dresde sin mapas, considera que todo lo que ha hecho en la vida fueron deberes, para alcanzar su punto máximo en Santiago. Tiene 68 años, se le ve feliz, subido en su montaña rusa. No habla otra cosa que un alemán del Este. Hay un chaval de Murcia que finge saberlo todo. Insoportable, me tengo que controlar la risa. Hay un par de italianos encantadores. Un hombre nos explica en qué consiste una fanega. Un pastor jubilado no da crédito a los peregrinos que hacen el Camino en invierno sin nada a cambio. Una pareja se sienta en medio del Camino a ver pasar caminantes, pero eso de caminar hasta Santiago no va con ellos. El paisaje es rancio. No hace honor a Palencia. Ha perdido el color de la mies y el de la tierra. Ni amarillos, ni tierras, ni rojos, ni azules. El cielo amenaza ya, y respeta. Parece imposible que el mañana pueda contener la lluvia. Atravesamos el punto central del Camino, en Sahagún, buscando no otra cosa que tarjetas, espacios para nuestras entrevistas. Pienso constantemente en Werner Herzog y en sus documentales. Camino con facilidad. No noto ni cansancio, ni dolor, ni nada. En el albergue hablo con mucha gente, una antropóloga americana que vive en Japón, más alemanes, más italianos. Pero no saco la cámara. Quizá mañana. Me cocino por primera vez algo. Y me sabe a gloria. Cuentan las ranas en la Laguna de la manzana que Santiago está a trescientos cincuenta kilómetros. Como el bosque que se acerca a McBeth, como un final que se avecina.

martes, 30 de agosto de 2011

CARRIÓN DE LOS CONDES - TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS

 Es una etapa cruda. En ella, un gran muro, mitología de este camino; esos 17 largos kilómetros sin pueblos, sin fuentes, sin sombras. Un muro para los más débiles. Un paraíso para los solitarios, un reto para los que llegan a Carrión como penúltima estación. Pepe marcha con pies que no son suyos, Johannes se ha separado de Martin, la americana de Texas expones sus gafas de corazones al sol, las hermanas holandesas siguen su tren, Isaac apura sus fuerzas, y nosotros... como Saulo en el desierto, caidos del caballo, encontramos un pie. Empezamos a hacer entrevistas. ¿Y si...? Así empieza este comienzo que nos ilusiona hasta haber reconvertido el Camino en otro Camino. Entrevistamos a Isaac, entrevistamos a Pepe, entrevistamos a Pablo. Nos entrevistamos, pues. Confundimos de entrada sujeto y objeto. Y desde entonces, a otro y otro y otro peregrino, la americana, el americano, Martin, la gente que observa el paso de aquellos, los dueños de los locales, hospitaleros... La conversación deviene otra, la respuestas van más profundo de lo que lo hacen en lo cotidiano. Nosotros vemos más, vemos mejor. Ampliamos y ampliamos el horizonte ayudados por una cámara que filma. Pero, hay que preguntarse muchas cosas, claro, cómo empezar, cómo pedir permiso, cómo consguir que hablen, qué preguntas hacer, cómo dirigirlas. Pero sobre todo, me digo, ¿de dónde viene este nuevo fin, que parece ser un fin verdadero, un fin propio, algo inesperado?
 En los últimos días, algunas pequeñas experiencias derivadas del destiempo, me han permitido ver que esta burbuja que finge alejarse de un mundo hostil, esta burbuja en la que todo parece ser respeto, comprensión, fraternidad y entendimiento, conexión, en que parece haber no otra cosa que libertad y humanidad, tiene también sus propias leyes. La percepción humana, por lo que sabemos, es falaz, percibe por proyección, no por lo que realmente pasa. Y este Camino, con el tiempo, ha creado una enorme mitología basada en siglos y siglos de historia, y en una infinidad de historias personales que parecen seguir un patrón casi infalible. La pregunta es: ¿es una realidad o una creación de la imaginación, una expectativa poderosa? ¿Existe un mundo así, o es sólo la actitud de esa expectativa la que lo crea? No hay tendencia en la pregunta. Es, objetivamente, una pregunta. Me imagino un caleidoscopio de respuestas sobre el concepto Camino, sobre la experiencia personal del Camino, alejada de la aburrida mitología de los albergues y las ampollas. Los peregrinos han creado un lenguaje, tienen una temática y una semántica propia. Foucault lo hubiera considerado simplemente una disciplina, tan excluyente como todas las disciplinas. Existe el peregrino tipo, y, según nos alejamos, nos alejamos hasta alcanzar el "no peregrino", el que no anda, sino corre, el que quizá ande hacia atrás, el que no madrugue y quizá llegue cuando las cenas ya estén servidas, el que prefiera el sol a la sombra de la mañana, el que grite, el que banalice o ría quizá en exceso, no sé. Las tipologías de no peregrinos podrían ser también infinitas.De ahí surge la Idea del documental, del caleidoscopio. Pepe y yo partimos de tres o cuatro preguntas, pero enseguida se ramifican, crecen, cambian.Un nueva maravilla está ante nosotros. No kilómetros, sino contactos con seres andantes, Quijotes y Sanchos, Dulcineas y mesoneros. El paisaje se esconde, lánguido. Y como una epifanía, la cámara se llena de gentes que cuentan.Y nosotros en Malinoskys que ya se han confundido con el paisaje.

lunes, 29 de agosto de 2011

BOADILLA DEL CAMINO - CARRIÓN DE LOS CONDES


 Hay en este tramo, después del maravilloso paseo por la parva del Canal de Castilla, uno de los grandes hitos del Camino. Es algo personal, claro, porque Johannes, que lleva caminando desde Colonia, que ha visto 200 iglesias, ni siquiera se detiene a observarla. Es San Martín de Fromista. El modelo de nuestro románico jacobeo, el equilibrio, la mesura. En cierta forma, la perfección, el máximo de un estilo. He entrado en San Martín sabe Dios cuántas veces, pero nunca me cansaré de hacerlo de nuevo. El exterior es horaciano en lo arquitectónico. Representa de algún modo la Mediocritas Aurea. Si pudiera verla por primera vez, de nuevo, sería como un sueño. Envidio al que se acerca por primera vez a ella, virgen. Esta vez intento entender algo que me ronda desde Sto Domingo de la Calzada y que aumenta tras la visita de la Catedral de Burgos. ¿Qué espiritualidad vehicula San Martín? En el exterior, la fascinación por el Bestiario de los canecillos es a la vez pagana, en el sentido de que se deja envolver por la leyenda, el relato, y reflexiva, en el de intentar entender qué mensaje transmite la Iglesia al feligrés. Y no parece haber duda, a pesar de la infinidad de dudas que cada una de las imágenes nos deja: son la imagen del Mal, la mano que nos intenta apartar de una cosa llamada mal, definida desde los tiempos persas, y crecida con los años y los cristianismos. Ese Dios inmensamente bueno necesita un mal inmensamente malo. La iconografía, el sentido terrible de las historias de animales que devoran, las metamorfosis, las leyendas conocidas por todos, intentan transmitir algo conocido por todos hasta el día de hoy: el miedo. Esa lacra terrible de la que la Iglesia ha hecho negocio y desde la que ha construido su Bien. Del mismo modo que hoy las personas más pobres usan su poder desde el desprecio a todo lo ajeno, así aquella Iglesia (y esta) ejecuta su Tesis. Dentro, sin embargo, está la paz, la penumbra, el recogimiento, la maternidad, la protección, la mansedumbre. Ese es nuestro dios. Un Dios que acoge, que guarda, un Dios que percibimos desde el alma, desde el corazón. Ese Dios me gusta, sin embargo. Aunque me permito percibirlo desde un tiempo para el que no fue creado. Cometo ese delito, y me salto todas las normas. Como ser al que la belleza le envuelve, no me imagino algo superior a la catedral de Burgos. Pero el Dios que aquella encierra, un Dios que me engaña, que me muestra su inmenso poder, que me hacer sentir pequeño, que se muestra inalcanzable, que intenta impresionarme, convertirse en toda la luz del mundo, que es de algún modo incomprensible e inalcanzable, es un Dios que no me interesa. Me gusta aquel Dios judío que pelea a brazo partido con Jakob, de tú a tú, pero no el Dios del deuteronomio, del Anatema, del temor. Esta contradicción me lleva a pensar si son los elementos contructivos los que crean la deidad, o es la deidad la que exige los elementos contructivos. Mi ignorancia en la espiritualidad de ambas épocas es total. La pregunta es una pregunta eterna, la de estructura-función, la del estilo y la idea, la de la forma o el fondo, la del huevo y la gallina, al fin. En Sto Domingo de la calzada, en aquella catedrak dedicada a este santo al que le tengo también cariño, sabe Dios por qué, encuntro una extraña fusión: el altar románico se conserva, pero la nueva construcción se viene hacia el púlpito, y aparece un nuevo altar gótico. Queda un Dios doble, un monstruo, una quimera.

 Después, la carretera nos lleva hacia Carrión, hacemos una inmensa pausa en un jardín, para jugar al ping pong, preo hablar de Carrión es hablar de la afrenta del Cid, y donde el Monsaterio de San Zoilo y el increíble Claustro, modelo del "horror vacui", significa de algún modo premio, regalo, fin. Donde el sueño nos atrapa, donde el sueño nos protege. Santiago queda lejos, muy lejos.

domingo, 28 de agosto de 2011

HONTANAS - BOADILLA DEL CAMINO

 Es este uno de los tramos más bellos del Camino. Apenas unos kilómetros después de abandonar Hontanas con el fresco de la mañana, parece el Hospital de San Antón; una auténtica maravilla del gótico, en la que las luces hacen de las ruinas su reino. Poco después, Castrojeriz no es sino la estampa de un feudalismo casi estético. Su pequeña iglesia gótica es deliciosa.



En ella se esconde una talla extraña, madre con niño y con abuela. Y otras como esta, sorprendente. Desde los alto, la pista entre las grandes masas de secano, dominadas sobre todo por los cernícalos, es una estampa bella que parece conducirnos al horizonte. Bajo haciendo el cabra entre los arbustos. Y en Ítero, me doy cuenta de que he perdido el polar. Intento que me presten una bici, pero Juan Ramón Mendaka me lleva en coche, casi hasta Castrojeriz. Allí, en medio del campo, está el polar. Es linda la mano amiga cuando es generosa. Por orgullo, me devuelve al punto inicial. Desde allí, salgo coriendo - andando en busca de dos de mis compañeros de viaje. En los lindísimos horizontes y sobre las piedras, imagino sus siluetas y hago saltar mis pasos. A punto de caer la noche, de nuevo como Filipides, llego a Boadilla del Camino, con tres minutos de retraso. Allí, donde se da uno de los más lamentables personajes que da el Camino, un tal Serafín, que regenta el primer albergue del pueblo, al que ningún peregrino acude, establecemos el campamento. Por lo que oímos contar a la gente del pueblo se mueve entre la locura y la estupidez. Un pequeño mito en Boadilla. Después, la cena, riquísima, y los secretos de un albergue municipal misterioso, antiguas escuelas, que parece esconder en las esquinas de sus paredes misterios íntimos.

sábado, 27 de agosto de 2011

CATEDRAL DE BURGOS-HONTANAS


 Muy de mañana, la Catedral de Burgos me da una lección de Arte. La Catedral es lo máximo de este gótico nuestro, pero es mucho más que eso, representa la definición de lo que buscamos en Arte. A estas alturas, estamos más que entrenados en los elementos constructivos de nuestros estilos arquitectónicos, en descubrir en las construcciones la superposición de los tiempos, los orígenes, las adicciones. Incluso conseguimos situar dichas criaturas en el tiempo de los hombres. ¿Pero algo más? ¿Entendemos acaso la emoción que sintió Welles al colocar ese magnífico plano fijo de "Fake" frente a Chartres, mientras se despedía del mundo? Creo que sí. Aventurarme a esto es casi un ejercicio de impudor, pero lo acepto. Lo sentí en esta Catedral, la de Burgos, al sentirme perdido entre sus naves, al intentar explicar racionalmente lo que estaba percibiendo. Mi imposibilidad me produjo la emoción. La Catedral esconde sus secretos constructivos, te engaña, juega con tus sentidos. Es, en definitiva, mucho más rápida que tu razón. La emoción que te provoca es más grande que la explicación que a duras penas intento ensayar. Soy vencido, abducido. Y me dejo ir. Eso es el Arte. Luego el cimborrio sobre el crucero y sobre un Cid que es altar propio, luego la cúpula sobre la capillas de Condestables. La última puntilla, no queda más remedio que arrodillarse y pensar seriamente si es la belleza capaz de hacernos llorar. Me pasó en Sta Sofía en Estámbul, y con la Misa en Sí de Bach. Desde entonces en contadas ocasiones. Ayer me volvió a pasar. Por la tarde, atravesando la llanura, tuve la suerte de que la naturaleza me envolviera de nuevo, como pocas veces. La luz de última hora de la tarde comenzó el juego con la mies y la paja restante de la última siega. Quedaba el color, la luz, la sombra, la magia. Durante unos instantes supe que pasaba algo. Intenté percibirlo, sabiendo que la batalla estab más bien perdida. Me dejé llevar por la emoción como con aquellas luces y aquellas sombras de la Tundra y la taiga lapona, como con los hielos relucientes de Groenlandia, como con los reflejos del Malecón de L. Este mundo de secano y horizontes no desmerece para nada aquellos paisajes. Es ya parte de la historia propia. Y cuando el último sol apura su caida, escondido bajo la línea del horizonte, aparece Hontanas, escondida en la trémula luz del contraluz, como un inmenso regalo a un día que representa de alguna forma el abrazo de los abrazos.
  
  

viernes, 26 de agosto de 2011

DE CURAS Y RATZINGERES

El día 23 hablo con el cura de Grañón. De pura suerte, uno de los alemanes, protestante, me pregunta si le puedo preguntar al cura si él puede comulgar. ¡¡Pero claro!! ¿Cómo no va a poder compartir culaquier cosa con nosotros? Sí, claro, dicho así parece lógico, pero eso es como la palabra de Jesús, yo la puedo compartir con usted sin necesidad de la Fé, fuera de la Iglesia que usted representa, pero según dice el señor Ratzinger, esa palabra sólo puede compartirse en el seno de su Iglesia. Se ríe, y dice : "es increíble, abogamos por una doctrina para todos y caemos en esta inmensa contradicción. Cualquiera de las Religiones, incluso la mía, si es excluyente no nos vale" Después me habla de cómo cambió los Evangelios por la mitología Qechua para predicar allá, añadiendo: "¿Qué diferencia puede haber entre una palabra y otra para el mensaje que queremos; amor, fraternidad? Me tomo otra y otra porción de tarta de Santiago con ese cura. Y bebo y bebo del cava que me ofrecen. Porque que los Ratizngers existan no implica que los curas los sigan. Si pienso en cosas cómicas, en este camino, no se me ocurre nada más cómico, más absurdo, nada más cercano al mejor Ionesco, que las posturas de esta última Iglesia en el JMJ, bulas para las abortadoras que se arrepientan, decretos ley con potestad búlica para suficientes sacerdotes como para cubrir las necesidades del pergrinaje, exclusión por todos lados, no sé cuantas gilipolleces sobre homosexualidad, que de puro absurdo ya no sé si lo leí o lo inventé, un mundo con parejas jóvenes de cartón piedra, y un largo etcétera. Literariamente, la Iglesia ocupa ahora los años cincuenta o sesenta; el absurdo. Por supuesto, desde hace años llevaba ya el germen con su concepción sin pecado, y con la prohibición en el concilio de Trento de toda imaginería pagana. ¿Fue Ratzinger el que hizo picadillo el concilio Vaticano II con sus proezas? Que alguien me ilumine, por favor. En cuanto a lo cómico, por el Camino vamos inventando formas nuevas de hacer el Camino: andando hacias atrás, en carretilla... pero la risa lo ocupa todo, y quizá ni por esas nos consiga el santo bula eterna...

AGÉS - BURGOS

 Hay también Escilas y Caribdis en este Camino. En una habitación maravillosa ( casi tranquilo después de los gritos de los caminantes que ayer por la noche parecían haber perdido la serenidad. Gritos que por otra parte me hicieron escribir con prisa y con errores que no me dió tiempo a corregir... disculpas a los que las leyeron...) una loca roncaba y daba vueltas y hacía respiración de fuego kundalini de la que sólo nos redimían los tapones. Y, al final, casi como algo divino, en la extraña mañana, llegó la lluvia. Por suerte, ir a destiempo me evitó la lluvia, y sólo cuando esta escampó, se pusieron los pasos en pos de Atapuerca y en pos de Burgos, entre maravillosas encinas, bellotas verdes y piedras que parecían cadenas montañosas desde el cielo. Con la lluvia, los campos de secano cortados al ras se iluminan cuando un pequeño rayo se cuela en las nubes de la mañana. Y ya imparable, la belleza lo ocupa todo. Después, sólo un sueño: un cordero lechal asado. Sueño que el restaurante Polvorilla nos hace suplir con creces. Pero antes, después de la experiencia de Grañón y de Tosantos; la casa paroquial Maús. Un silencio que aparenta serenidad lo ocupa todo, pero de entrada digo que no iré a la misa, que no iré a la oración. No hay más peregrinos. Saltarse los rituales católicos y la cena. Enseguida las miradas extrañas, enseguida los reproches, los malos gestos, las malas sensaciones. Una pregunta subyace a la utilización de este tipo de albergues, que son en principio para el peregrino, pero que exigen una disciplina, un horario, un compartir la cena, y una oración voluntaria. La pregunta es ¿me inmscuyo yo en su vida cristiana? ¿Debería ocupar yo un espacio laico? Pero ¿es acaso lo católico propiamente católico? ¿De dónde vienen los fondos de lo católico? ¿de las subvenciones estatales? ¿de los fondos de mantenimiento público? ¿de las exenciones fiscales? ¿o de unos fondos originarios que la Iglesia amasó con regalos del poder señorial, de cesiones, de expropiaciones forzadas y de robos en nombre de Dios? Dormir en la casa de Dios es dormir en la casa propia con todos los santos derechos. Pero el laico tiene otra cosa: la dignidad de sentirse con derecho al espacio del católico,  y a abandonar esa casa cuando ya no parece que haya ninguna de las enseñanzas de Jesús en las gentes que lo regentan. E incluso con el albergue pagado recoger los bultos, decir al hospitalero que se va, que no se siente acogido por no ser católico, y a buscar refugio en las maravillosas estrechas camas del albergue municipal, en le que por otra parte a ningún cristiano le preguntan por su condición. Al llegar, la sonrisa de Lara lo ilumina todo, y en las frías sombras de este Burgos que ya pela de frío, nuestros tres alemanes y nuestra linda jienense compartimos helados antes de caernos en la perdición del vino de la Ribera...

jueves, 25 de agosto de 2011

TOSANTPS -AGÉS

 Atravesar un lindo bosque de roble y de haya y de pino, y después dejar abierto el mundo hacia esa otra parte. Atapuerca, quizá un hombre capaz de ser faber y habilis y hasta sapiens, que es lo difícil. Dejar que la imaginación, esa perezosa que puede poblarse de mundos con sólo llamarla a la puerta, se pueble de mundos y modos. Perderse en los montes mágicos de los Montes de Oca, con el susurro de las sombras, y a su abrazo, junto el río ciego y una brisa que es aire. Imaginar los cuerpos desnudos como si fueran partes de los troncos también desnudos, como si fueran corteza cubierta y manta. Abandonarse a la imaginación y volver y volver una y mil veces al Camino propio.

STO DOMINGO DE LA CALZADA

 Se cuentan muchas cosas de este Santo, del mismo modo que se cuentan muchas cosas de muchas cosas. La leyenda de la gallina y del peregrino asesinado injustamente por una "femme fatale" medieval y despechada ocupa cada rincón de Sto Domingo y de esta maravillosa catedral de la que quisiera hablar. Pero, realmente, hay algo de lo que hablar, antes. Me pregunto por qué me emocionan a veces con fuerza estas Iglesias, estos templos. Y una de las inmensas razones es, sin duda, la narrativa. El cristianismo ha conseguido algo innegable: hacer de la literatura algo transformador. Fueron capaces de convertir su historia "sagrada", basada en leves hechos reales y tocadas por la varita de la ficción, en la base para dominar el mundo, hacer territorio y captar adeptos y donativos hasta llegar a hacer creer a medio mundo que tenían una verdad. No contentos con ello, nos hicieron creer que era la única. De la otra mitad del mundo ya se encargó la "santa" inquisición. Hicieron, pues, de la literatura, un negocio redondo y rentable, hasta poner sus propios Popes y sus propias reglas. El oso del madroño tuvo que ascender desde la tierra para tocar el árbol que era en realidad la Iglesia. Sus tentáculos llegaron hasta la Comunidad de Madrid, y suman y siguen. Esta capacidad, que luego adoptaron los americanos con igual eficacia, con "ejes del Mal", Housseines y Binladenes, es una virtud envidiable, y a mi, personalmente y de corazón, me emociona. Los milagros de Sto Domingo me llenan tanto como los personajes que quedan esculpidos en cada silla del coro. De uno en particular quisiera hablar. Hablaré como Orson Welles en Fake, mintiendo, inventando. Quisiera hablar de Jefer, medio hombre, medio anfibio, medio mono. Su padre nació en una familia humilde y enseguida quedó al servicio de la Iglesia. Ayudaba al padre superior en las tareas más silenciosas, hasta que aquel empezó a violarle. Instruido con certeza en la doctrina y en la palabra, pensó que aquello era injusto, y así lo hizo saber. El cura, también  instruido en las doctrinas y en los métodos de la Iglesia, lo llevó a la "cueva de los anfibios", donde fue ultrajado en cuerpo y alma hasta convertirlo en un ser casi irreconocible. Consiguió, de todos modos escapar, y como por designio divino, conoció un amor que pensó que le redimiría. De él nació Jefer, como una quimera; mitad hombre, mitad anfibio, mitad mono. Nada más nacer lo condenaron a soportar el peso de su pasado, y aquellos brazos laterales del coro fueron sostenidos desde entonces por su espalda, y su cuerpo pequeño sirvió desde entonces de apoyo para los bostezos de esos seres que cantaban maravillas sagradas mientras ejercían los poderes podridos de las escrituras...  

miércoles, 24 de agosto de 2011

AZOFRA - GRAÑÓN

 Dice la desiderata que está colgada en el albergue del próximo día "acepta los consejos de la edad". Llamemos a la Edad sabiduría y no años y tendremos la razón de esta maravillosa noche en Grañón: Me lo dijo Pepe antes de salir hacia San Juan: "No te quedes en Nájera, quédate en Grañón". Y así fue. Después de una visita a Sto Domingo, a su Catedral y a su torre, nos dejamos regar por el sol de la tarde y por los aspersores de mitad del camino para llegar a la casa parroquial de Grañón. Y allí; este Camino cobró muchos sentidos. La hospitalera, de tierra de Campos, una tal Puri, explicó el funcionamiento de aquel albergue: sin sello, sin precio, sin hora de entrada, sin hora de salida, con cena comunitaria, oración comunitaria y libre, todo libre, sin presiones ni sugerencias de esas cristianas que te hacen sentir que puedes hacer lo que quieras pero que...
El edificio. la casa parroquial precioso. Arriba, una buhardilla con colchonetas, en el centro un gran comedor. Para cenar, ofrecieron los hospitaleros una ensalada estupenda y unas lentejas que nuestros buenos ojos dieron por buenísimas. Había vino, y después, hubo cava y hubo tarta de Santiago. Sobre la mesa, sólo ventiún hospitaleros; una pequeña familia. Por el camino, nuestro alemán encontró el amor y las sombras para el amor, las viñas el abrazo del secano, y yo, en Grañón, un fin de fiesta que fue humus para mi imaginación, y, sin temor y sin pudor, fueron muchas de las actitudes cristianas las que lo hicieron. La hospitalidad, el deseo de compartir, el ritual de la mesa, un cura estupendo, y una oración llena de imágenes, pero vayamos por parte, que cada una de estas cuestiones necesita de una entrada...

lunes, 22 de agosto de 2011

NAVARRETE-AZOFRA

  Suena la quinta de Mahler en mis oídos abandonando Navarrete, y, subido en ese gran segundo movimiento en el que Vane me invita a la humanidad misma, abandono Navarrete como en un gran barco, ajeno a la fealdad del entorno, acompañado por las cuerdas y por los metales de esa maravillosa orquesta guiadas por el Leo Bernstein. Después, son las infinitas viñas las que acompañan el paso hasta Nájera, recordando sutilmente que este espacio en derredor se llama La Rioja. Viñas y viñas y viñas, como una maravilloso ejército de futuros elixires. El encuentro con un francés que lleva ya un mes de ruta desde la mitad de Francia, que llegará a Santiago, y que ni siquiera va durmiendo en albergues, sino que lleva su lona y su techo, modeliza de nuevo la verdadera diversidad y, a buen seguro, en su caso, por su expresión, la alegría de caminar.
 Después, Nájera. Un río, una sombra. Un Locus Amoenus en el que dejarse mecer por el sueño, pero también por el agua, por la sombra, por el almuerzo, y donde poder cuidar de sí mismo como de los reyes, con masajes, estiramientos, y pasos por la hierba. Después, reanudar el paso, pero como la noche anterior frente al frontal de la Iglesia de Navarrete, hacer imaginación del estilo, imaginar retablos, y poner fechas. En esta maravillosa Iglesia de Sta María el mismo rito, pero además aquí el plateresco de los arcos del claustro es un deleite; con sus personajes de los bosques, sus caricaturas, sus serpientes semianfibias, sus antorchas que iluminan las oscuridades nuestras, sus caballos que nos permiten cabalgar a otros mundos, sus querubines fingiendo, y así un largo etcétera de miles de historias que van de arco a arco. Después, la cueva de Sta María, la leyenda del rey que la encuentra junto a una campana y azucenas y decide erigir una capilla en el siglo XI. Tengo que aprender de azucenas, me digo. Y de campanas, me contesto yo mismo. Y el sarcófago de una reina esculpida casi carne, capaz de arrancar una emoción, y unas lágrimas, a aquellos ojos capaces de ver donde reside el secreto de lo bello. Y así, a destiempo como en la entrada anterior, un camino acompañado por entre las luces naranjas de última hora de la tarde, entre viñas anaranjadas, espigas que terminan en lindas casitas de duendes, calabazas de ochenta kilos que los azofreños nos regalan "si las llevamos hasta Santiago" y un horizonte recortado en negro sobre naranja; Azofra, ya a última hora, con un albergue aún con plazas, como queriéndose reir de la prisa, en cuyo patio saludo con efusividad a cada uno de los miembros de la gran familia santiaguera; los chipriotas, los holandeses de Los Arcos y del encuentro múltiple, la pareja de alemanes de hace dos días desayunando junto a una linda capilla románica, la rubia y dulce alemana de pies destrozados que se mojaba los pies en la casa de Austria, la enorme teutona de pasos lentos, la familia de Logroño... Llegar es reencontrarse. Un destino es un reencuetro.Mañana quizá los pasos nos encuentren con las primeras luces del día. Más allá, Santiago.

domingo, 21 de agosto de 2011

A DESTIEMPO

Adónde coño ha ido toda esta gente, me pregunto a las siete menos cuarto de la mañana, aún espeso, y sin haberme despegado de las sábanas, al echar una vista rápida a un abergue ya vacío. ¿Pero no se dará cuenta esta gente de que a esta hora, cuando toda la gente se ha ido, las duchas están de vicio, no hay nadie en el baño, lo que evita colas, aguas salpicando por el suelo, encontronazos no deseados, y malos olores? ¡¿No se darán cuenta?! Y si se dice y se cuenta por ahí que el Camino es una romería es por estupidez e inercia, porque, evitando estas horas iniciales, camina uno prácticamente solo por la llanura, entre saltamontes en llamas. Y es una gozada, porque a esta hora, no sólo hay mucha más luz y un gran sol iluminándolo todo, sino un calorcito rico que te ambienta el cuerpo. Del horizonte, según avanza el día, desaparecen los peregrinos. ¡¡Justo en el momento de más luz, justo en el momento en el que de verdad calienta el lindo sol!! Los peregrinos son en general gente con prisa: se apuran para salir por apuro por llegar y tener sitio en los albergues. ¡¡Pero en los albergues siempre hay sitio!! ¿No se darán cuenta de que es muchas veces mejor dormir en el suelo, y de que la piel tostada por ese sol de media tarde que le regala la tarde al caminante perezoso, agradece mejor la ducha de la tarde, y sin colas, que la piel del que ha pasado todo el tiempo caminando bajo las sombras de la mañana?

LOGROÑO-NAVARRETE

¿Existe otro mundo en el mundo que no sea el Camino de Santiago? Es cierto lo que comentas en la entrada anterior, Pepe, ese "veo que ya estás metido en la burbuja". Hay una burbuja en este Camino, como en todas las cosas del mundo. Porque caminar es una forma de ver el mundo, y una forma de ver el mundo tiene un peligro: encontrar gente que lo vea del mismo modo. Algo debe de haber en la forma de conjeturar el mundo que produce una fuerte estructuración de este cuando esa vista coincide con la vista del prójimo. Por eso el grupo humano es peligroso: un ejemplo evidente de esto ha sido recientemente comprobar cómo los aficionados del Madrid eran incapaces de ver el zapatazo de Pepe a Messi (creo que era Messi) en uno de los últimos Barça-Madrid. Algo parecido sucede aquí, desde el momento en que no existe otra cosa que pasos, destinos inmediatos, albergues, y un destino final. Ayer, al llegar a Logroño, me di cuenta, al preguntar a unas cuantas personas por el albergue. ¡No sabían donde estaba! ¡Cómo era posible! ¡Cómo podía alguien no saber dónde estaba el albergue de peregrinos! Pero...¿existe otro mundo que no sea el Camino de Santiago? Y, claro, como siempre, existe. No todo el mundo se levanta a las cinco de la mañana, hay normalidad en que los bares no abran a las cinco y media para ofrecer desayunos a los peregrinos, es normal que los precios de los menús no diferencien entre peregrinos y no peregrinos (cosa que nuestro Madrid hace con los peregrinos papales) y, realmente, hay gente que sigue otros horarios, que sueña otros sueños, que vive otras vidas. Tras siete días de marcha, la gran familia santiaguera, la gran burbuja, el estado de las cosas de los que vamos hacia Santiago, te ha absorbido hasta ese punto. Es hora de dejarse llevar en el mismo grado que es necesario mantener los ojos abiertos. Porque caer en los mismos comportamientos que al otro lado del mundo que anda es como no moverse de sí mismo. Por esos lares discurrían mis pensamientos junto al río de la mañana protegido por los árboles en este espacio lindo que te va sacando de Logroño. 13 kilómetros de capricho, una casa rural de capricho para hoy, en vez de albergue. Un menú de capricho con verduras y pescado y mucho descanso. Porque no todo en esta vida es, ni siquiera, caminar.

DE POTEO POR LOGROÑO

Si había una razón para llegar a Logroño era el Poteo. Había oído a Elena (¡¡que por cierto tiene plaza en Biescas!!) y a Rafa el del Camino, que Logroño era una ciudad muy viva para el poteo. ¡¡Y hostias!! Si pasas la calle Portales a la izquierda, accedes al mundo del poteo logroñil. Y allí, dos sitios; uno es el capricho de los caprichos en tema pintxos y en tema vinos: foie con queso de cabra en salsa de fresa, ensaladilla de mar con gamba haciendo el pino, regalo de alcachofa y jamón ibérico en bolsita crujiente de pan, pintxo de atún fresco, cocochas en tempura con pimiento najerano, tiritas de bacalao al ajillo, crep de boletus... así hasta nueve maravillas diferentes acompañadas por dos Lan: el d-12, normalito, y el edición limitada, llena de sabores frutales, especias, y un regusto maravilloso y sorprendente a incienso. Después, en otra calle, en un lugar regentado por una habanera del Cotorro que estudió con nosotros en la ENA, mira tú, comí la mejor tortilla de patata del mundo, tal como la presentó un logroñés de avanzada edad, con razón.  Pequeña, redonda, y cremosa. El vino Predicador tenía el equilibrio de la sabiduría. Una fiesta, un regalo.

sábado, 20 de agosto de 2011

LOS ARCOS- LOGROÑO

 Ir, andar, es también despedirse. Se lo habíamos escuchado a Rilke una y otra vez, sin llamarlo "andar". Pero ¿qué diferencia puede haber entre "andar" y vivir? Si tuviéramos que reducir la literatura a una sola metáfora (lo cuál por otra parte sería una estupidez muy propia de nosotros mismos) la reduciríamos a la metáfora del viaje. O lo que es lo mismo, a la Odisea.  Esto, este juego, propuesto por el Borges de "El inmortal", esconde un juego (el literario), y una verdad, probablemente (el camino, la vida). Si le preguntáramos a otra argentina, Mercedes Roffé, ella dejaría escrita en "las linternas flotantes" una pregunta que dice: "¿Camino hay?" Pero ¿hay diferencia entre ver o no ver el camino? ¿es el camino un rastro o la trayectoría de nuestro próximo paso? En todo caso, en este día que comenzó a hacernos a andar a las 5:30 (ya con calor) y que, huyendo de las multitudes nos dejó solos en medio de la meseta de media tarde, la de los locos, tuve mis dos primeras intuiciones. La primera, emparentada con aquellos pensamientos literarios deslabazados, metaforiza encuentros y despedidas a mínima escala en esta torre de babel que es el Camino. Nos hace encontrarnos una y otra vez con el alemán que estudia políticas, nos reencuentra con Chiara y Raffaela, con el sueco Nikolas, el de la mano que falta, nos despide de Ángel y Josefa y quizá nos haga encontrarnos de nuevo con los sevillanos y Rafa, en este Logroño al que no esperábamos llegar. De Andrea la de Munich, nada se ha vuelto a saber, de Patrick el irlandés, tampoco. Nos encontramos y partimos, nos despedimos y nos volvemos a encontrar. No tratar de retener el agua del río / ser guijarro que acaricia el agua / ser hoja seca que flota / hacerse gota ntre las gotas. Todo es mucho más sencillo. Cuidar de los pies, masajear y estirar los músculos.  Mirar siempre en dirección a un horizonte. De la segunda intuición, quizá hablé mañana. Santiago queda lejos, seiscientos diez kilómetros son muchos pasos.

viernes, 19 de agosto de 2011

LIZARRA-LOS ARCOS

 La teoría de la relatividad es algo extraño. Cuando a las 6:43 de la mañana iniciaba mis pasos de esta nueva etapa pensé que ya era demasiado tarde. En Madrid a estas horas las calles rara vez están preparadas para ser pisadas, aún renqueantes de soñadores y adoradores del elixir de Baco. Pero aquí, en esta última parte de este Agosto, ya es tarde. La luz apunta maneras y aquellas leves nubes rosadas que el día anterior fueron designadas por Ángel como "lluvia de media tarde", no aparecían por ningún lado. Así que enseguida el día apareció por completo y con él el calor de la mañana, como una avería potencial de nuestros pasos. Pasos entre amarillos que ya indican meseta y que son delirio para el que aprecia los espacios amplios, las masas únicas y una leve ondulación en la línea del horizonte, un deleite para el que ve en el ocre de las hojas secas algo bello y en el movimiento del saltamontes los gestos del guepardo de la tierra seca. Al final; Los Arcos, con fiestas populares. Para nuestro alemán que va recuperando sus resacas, poco vuelo en la fiesta, para los niños, diversión con las novillas, y para este que escribe, nada como la saeta a la virgen de las angustias cantada por una peregrina a la que el calor fundió sus fuerzas, y desde el medio de aquella meseta, cantó con sentimiento a su virgencita, para solicitarle esas últimas fuerzas que le llevarían a Los Arcos. En el Albergue "casa de Austria", una torre de Babel de italianos, berlineses y californianos. Santiago a 640 kilómetros.

PUENTE LA REINA - ESTELLA

  Se esconde Lizarra en el bosque como queriendo hacer honor al origen de su nombre, y parece mentira que a apenas unos pasos, acariciado por la lluvia suave de las nubes que ya de mañana Ángel y Josefa habían diagnósticado como "lluvia de media tarde", ese Txirimiri vasco que aclara y suaviza las tardes, se esconda esta pequeña maravilla en la que, tras más de veinte kilometros de lindos pasos y espacios abiertos, descorche el río y un vino rojo de junto al rio, que sobre una plaza escondida parece convertir lo inesperado en sueño, en vuelo, la libertad en algo tan sencillo como sentarse junto al porche a beber, reir, idiazabalear y dejar que el todo sea tan todo como parece poco, sin que siquiera los propios disturbios del agua viva sobre un colchón que parece llover en la litera de arriba dejen otra cosa que una sensación de ser uno mismo el que está lloviendo, como si en el reflejo de la mirada sobre las gotas propias una inmensa empatía simulara una caricia que es a la vez manta y armadura. Como si la primera vista de la mañana fuera un regalo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

FILIPIDES EN PUENTE LA REINA (Zubiri - Puente la Reina)

  Contaban que cuando los atenienses vencieron a Sparta en Marathon, Filipides arrancó hacia Atenas. Lo hizo muy de mañana, porque desde el maravilloso Puente de Zubiri hasta Puente la Reina habia cincuenta kilómetros, si se pasaba por la basilica de Villava o y si se rodeaba Pamplona por el río, para entrar de largo por la Puerta de la muralla tras atravesar la Magdalena. Cuentan que madrugó como nunca antes, que no hizo ni un pequeño ruido para no despertar a los soldados de su camarote, y que salió por los caminos de la noche, mezclándose con la brisa de los pájaros de la mañana, con el silencio del transcurrir del río junto al camino por un entorno que su fé militar le hizo confundir con la Amazonia, y que, una vez escuchado en el puente de Larrasoaña el gallo de la mañana, una vez que el dia empezaba a querer despertarse, soñó con que llegaría a Atenas. Los bosques de Arre, las vistas desde el acantilado y las propias cantinelas le acompañaron como si de una alegría corporal se tratara, hasta que el inmenso sol de la media tarde lo detuvo en Pamplona como si de un vendaval se tratara. Pero cuentan también que sus pies marchitos y la inmensa ilusión del jardín de olivos que imaginaba en su destino se consumieron como si de uno se tratara, una vez alimentado el cuerpo de carnes y aguas, y apaciguadas las negativas del paso a seguir el paso. Cuentan que ni el viento embravecido en las alturas del Perdón, ni las piedras ni los remolinos de arena bajando hacia ese Puente mágico, el de la Reina, pudieron con su paso que ya marchitaba. Ni siquiera pudo con él la soledad con la que el sol deja al caminante sobrepasado levemente el mediodía, al que sólo resiste vagamente el saltamontes. Y dicen que la palabra amiga de Ibi lo codujo en volandas hacia el Puente, y que allí se encontró con el Jardín soñado, donde entregó una concha en señal de mano, y su esfuerzo y sus kilómetros a sus secretos. Y dicen, que, aunque en la leyenda original, Filipides entregó la palabra y abandonó el mundo, la realidad fue diferente. Que esta vez, en Puente la Reina, sobre un colchón en el suelo, se abandonó a un sueño que más parecía el abrazo del mundo.

EL VINO DE LA TARDE

EL GALLO DE LA MAÑANA


Existe, verdaderamente, el gallo de la mañana. Siempre había pensado que simbolizaba algo, que era una
imagen bella para el amanecer. Como un bing bang del día. Una especie de abanico, un trabajador de Helios y de Mercurio, quizá, quién sabe. pero nunca pensé que existiera, realmente, este gallo de la mañana. Porque ¿qué sentido puede tener dar el pistoletazo de salida a un día? ¿Dónde hacerlo comenzar, dónde establecer esas líneas con las que tanto nos gusta estropear el paisaje del ver, del pensar, del sentir? Pero estaba equivocado: el gallo existe. Creo que en verdad ese gallo no canta al amanecer, sino que lo grita, lo pide, lo desea, lo sueña, al fin. Creo que el gallo duda de lo que vendrá, no da por supuesto, y con mucha razón, un nuevo día, sino que cada vez que aparece tranquiliza su grito. Del mismo modo que deberíamos hacer nosotros. Sin suponer el regalo de la luz, los suelos que pisamos, los techos que nos protegen. Así callaríamos las alegrías en vez de gritar las desdichas. Aún sostiene el gallo este anhelo, y, solitario, nos salva recuperando también para nosotros el día. Lo supe en el Puente de Larrasoaña, mucho antes del amanecer, camino de Puente la Reina, con parte de la noche ya a mi espalda.