miércoles, 24 de agosto de 2011

AZOFRA - GRAÑÓN

 Dice la desiderata que está colgada en el albergue del próximo día "acepta los consejos de la edad". Llamemos a la Edad sabiduría y no años y tendremos la razón de esta maravillosa noche en Grañón: Me lo dijo Pepe antes de salir hacia San Juan: "No te quedes en Nájera, quédate en Grañón". Y así fue. Después de una visita a Sto Domingo, a su Catedral y a su torre, nos dejamos regar por el sol de la tarde y por los aspersores de mitad del camino para llegar a la casa parroquial de Grañón. Y allí; este Camino cobró muchos sentidos. La hospitalera, de tierra de Campos, una tal Puri, explicó el funcionamiento de aquel albergue: sin sello, sin precio, sin hora de entrada, sin hora de salida, con cena comunitaria, oración comunitaria y libre, todo libre, sin presiones ni sugerencias de esas cristianas que te hacen sentir que puedes hacer lo que quieras pero que...
El edificio. la casa parroquial precioso. Arriba, una buhardilla con colchonetas, en el centro un gran comedor. Para cenar, ofrecieron los hospitaleros una ensalada estupenda y unas lentejas que nuestros buenos ojos dieron por buenísimas. Había vino, y después, hubo cava y hubo tarta de Santiago. Sobre la mesa, sólo ventiún hospitaleros; una pequeña familia. Por el camino, nuestro alemán encontró el amor y las sombras para el amor, las viñas el abrazo del secano, y yo, en Grañón, un fin de fiesta que fue humus para mi imaginación, y, sin temor y sin pudor, fueron muchas de las actitudes cristianas las que lo hicieron. La hospitalidad, el deseo de compartir, el ritual de la mesa, un cura estupendo, y una oración llena de imágenes, pero vayamos por parte, que cada una de estas cuestiones necesita de una entrada...

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