domingo, 19 de agosto de 2012

DESDE LA PLAYA HASTA VILARONTE (O HASTA FOZ)

   Me ha escrito Carlos Fernández para proponerme vincular sus nuevos textos con mis fotos de "Habitar"; un proyecto de búsqueda de nidos humanos, basado en cierta forma en las ideas de Gaston Bachelard, y en su libro "La poética del espacio".  Aunque siempre voy buscando nidos por los caminos, la propuesta de Carlos, que tiene espacio y fecha concretos, me estimula la visión, y convierte el día de hoy en lo que será. Ya vereis luego. Después de desmontar la tienda, pasamos por la maravillosa Playa de las Catedrales, y por un sinfín de pequeñas y deliciosas calas. Después, caminamos eternamente por la Praia Lunga, unos cuatro kilómetros de "paso de pie blando", hasta salir a la ría de Foz, que hay que rodear con un rodeo eterno; a pie, una vida. Foz a un kilómetro de los ojos, a veinte de los pies. Soñamos con no entrar y dirigirnos hacia Fazouro, así que nos desvíamos a una aldea abandonada (siempre después de andar los quince kilómetros de rodeo), donde una casa hecha a cuadrados y dejada de la mano de su Dios da la vida a una enredadera, que la abraza, viva y verde. "De la muerte la vida, del abandono otro morador". Subimos la inmensa cuesta central de "aquello que debió ser" y nos tomamos un refresco con los de allí, que nos hablan de gentes que se han ido a Noruega, a Alemania, a China incluso. "Aquí ya no queda nadie. Hay gallegos hasta en la luna". La camarera es, sin embargo, rumana. Eso me recuerda a "La vida es sueño" (aquel sabio que recogía las hojas que otro tiraba). La música está a tope; es infernal. Pero en el silencio que nosotros buscamos de forma momentánea, otros se ahogan día tras día. La lluvia que te refresca un día, durante meses te reseca el alma. Después de apuntar todo lo por visitar, y casi, dónde nos dejaremos caer (lo cuál seguiríamos al pie de la letra), seguimos, a cuarenta grados. Un poquito más adelante hay una casa verde que me llama la atención; de madera, prefabricada, como un oásis. Pulula en mi habitar. Decía Ansel Adams que fotografiar es captar aquello del exterior que hace vibrar el interior. Lo espiritual en la fachada. Me acerco; hay una pareja en la terraza. Pido permiso para sacar una foto desde la cancela. Y lo obtengo. Pido permiso para entrar y me es concedido. Así que me voy acercando. Hay un cartel colgando que dice: "San Mamés". Pregunto si son vascos, pero me responden que no, que son gallegos, pero del Athletic. "Pasa, pasa dentro". Hago unas fotos dentro y me ofrecen algo de beber. Getse ha seguido, así que me asomo para ver si la veo, y allí está, sentada en una sombra. Me oye y se anima. Se suma. Nos sacan cerveza sin alcohol (¡¡tenían cerveza sin alcohol!!) y un Albarinho. Además de mucha agua. Conversamos más que felices en aquel paraíso, contándoles que vamos a Fazouro por un camino que a ellos les parece que da más vueltas que que. Y, de repente, Marifé nos ofrece su casa, en Foz, con cinco habitaciones libres a elegir. Aunque dudamos, es tentador. Así que nos relajamos y nos vamos con ellos, en un estupendo peugeot 205, pasando antes por la Basílica de... cómo se llamaba el santo, no sé, bueno, una basílica románica de la que sacamos imágenes para el Bestiario. Después nos llevan por las playas, y nos dejan en una casa inmensa, con patio, y 5 habitaciones a elegir. Un todo. Quedamos con ellos para hacer la ronda de Mencías por Foz. Nos enseñan la ruta de pinchos y allá vamos, con Leste y Marifé, todo alegría, todo generosidad, a gozar de la noche inesperada de Foz. Esos Mencías de la Ribera Sacra son estupendos, Pepe, mejores incluso que aquellos Prietopicudos del León del Camino del 2011, porque ahora vamos a tener que ponerle fecha a los Caminos, ya verás. Es increíble cómo la pasión de "Habitar" te va llevando por caminos insospechados, y cómo te hace regalos como el de hoy, más que colchón duro tras los días de suelo rígido, una pareja para la que sólo tenemos y tendremos gratitud.


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