lunes, 8 de julio de 2013

EL TAMAÑO DE LAS COSAS



   El tamaño de las cosas de este mundo es a todas luces relativo. La imaginación colectiva ha dado muestras de ello en ejemplos como Los viajes de Gulliver, o las esculturas de L.Bourgois y J.Plensa, por citar sólo un par de ejemplos. Pero donde verdaderamente el tamaño relativo de las cosas se expresa, es en “los invisibles”.  Claro que estoy hablando de una metáfora transferida de la Teoría de Einstein. Mi imaginación literaria me permite con frecuencia imaginar, al observar las muestras de júbilo que corredores aficionados muestran en las llegadas de carreras populares sencillas, que detrás de cada corredor que cruza la meta hay una historia personal que engrandece su gesta hasta un tamaño que los primeros ni siquiera podrían imaginar. En este mundo, como en el extraño Homúnculo de Penfield, el orden numérico no coincide con el tamaño de los logros, con el tamaño verdadero de las cosas. Si este vicio de un determinado tipo de pensamiento fuese extirpado, el mundo sería mucho más rico, infinitamente más entusiasta. Y la extrañeza que ahora nos provocaría no lo sería si nos hubiésemos acostumbrado a mirarlo todo con ojos ajenos a lo numérico; a lo categórico. Y si vengo contando esto fue porque el Domingo 30 de Junio al mediodía me subí al cajón del podio para celebrar mi tercer puesto en el Cross nocturno de Navacerrada en categoría veteranos (a la que ya pertenezco, más por DNI que por espíritu) que habíamos corrido el viernes por la noche. Y si este tercer puesto es un logro en el mundo de los números, se convierte en algo monumental si va acompañado, no sólo del disfrute del recorrido (en realidad mi primer Trail verdadero) sino de la presencia en la carrera de Miguelito Chispas, que inauguró este blog aquel día de la Pedriza subiendo a la Nava, y que se perdió delante en la oscuridad en los primeros kilómetros de este pequeño Trail, hasta que lo recuperé, como una sombra, en la subida infernal al Majespino. Coronando arriba como hermanos de sangre, conseguí bajar milímetros más rápido que él; un Ironman de largo recorrido. Tuve fé y suerte. Y entrar delante de él fue un acto de admiración por mi parte, más que un deseo, más que una victoria. Gracias, Miguelito.  

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