El sábado, en Hoyo de Manzanares tuvo lugar uno de esos eventos inolvidables. Jaime y yo invitamos a algunos de los mejores comensales a la degustación de cuatro arroces. Nacida de una conversación intrascendente, la degustación empezó con un arroz caldoso de marisco exquisito, equilibrado y denso.

Siguió con una arroz negro con sepia que fue el triunfador de la noche,

y siguió con una paella clásica con el gusto del garrofón

y el romero, para terminar con un risotto (sin vino ni queso) de verduras de temporada (brocoli, zanahoria, patata y manzana).

Al primero le acompañó un Fragus, al segundo un Priorat, y a los dos últimos un tinto López Panach, puro Merlot.
Una gozada.
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