jueves, 30 de agosto de 2012

LEIRO - SIGÜEIRO

 Si buscara naturaleza en el Camino inglés, me quedaría con la belleza del tramo de Leiro a Bruma. Si buscara esfuerzo, deporte, cuestas en las que demostrarme a mi mismo los poderes propios, también. Si buscara un encuentro, ese sería también el de esta divertidísima familia de Chicago, a los que adelantamos llegando a Bruma, donde compartimos una breve conversación, una galletas y un intercambio de regalos. Esas cosas las da el Camino, y son parte de la mitología santiaguera, aunque también lo son en lo cotidiano. En Foz perdí mi botella de agua sin BPAs, antitóxica. Quizá la dejé en casa de Marifé, olvidada. Qué importa. Me di cuenta en Burela, porque no hacía día de beber mucho. Todos en la familia de Chicago llevaban botellas BPA free. Les comenté que había perdido la mía, y ahí se quedó. Pero, aunque habían decidido quedarse en Bruma, en una pausa unos seis kilómetros después los volvimos a ver. Catherine, la hija, me regaló su botella, que aquí estreno.



 Como en la canción de Drexler "cada uno da, lo que recibe, luego recibe lo que da..." Yo le entregué al camino mi botella, Catherine me la devolvió, tranformada. Les invitamos a café y les propusimos el juego de las gafas y los gorros, que aceptaron de forma relajada; disfrutándolo. Esto fue lo que pasó.




Justo antes de abandonar Santiago los volvimos a ver, cuando ellos llegaban. Estos son los encuentros que engrandecen el camino.

 Desde entonces, caminar no entrañaba misterios, ni sorpresas, pensaba sobre la fotografía y la literatura, temas recurrentes que parecen ir clarificándose con el tiempo. Desde los tiempos del ideal según la lectura de Schopenhauer y de la visión del XIX, hasta el oficio, la habilidad, el talento, pasando por mi mirada preferida; la del marco.



La fotografía y la literatura no son para mi, ya, artes, exponibles, sino marcos que te permiten mirar el mundo, ordenarlo, desordenarlo, que te permiten vivir tu imaginación, transformar la realidad; jugar, sublimar, o reducir al absurdo. Son herramientas de construcción cuyo único objetivo es labrar, no cuadros ni fotos ni textos, sino esa materia dura y corrosiva que es el tiempo finito de nuestros días. Las herramientas de lo cotidiano. Si este blog y muchas de estas imágenes son algo, son eso. El resultado; la experiencia propia de un Camino como cualquier otro, dispuesto a quedar para siempre en la memoria, preparado para ser revivido, preparado para ser compartido.


 Santiago, a veinte kilómetros.

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