martes, 21 de agosto de 2012
CERVO - VIVEIRO
Hoy es un día de símbolos; el paseo de los enamorados, la fábrica de Sargadelos donde compramos los colgantes que alejan a los que atacan la poesía y el Arte, el Viveiro del abuelo Julio en la memoria y quizá la cena. Para poder llegar hoy a Viveiro ( una vez paseado el paseo, visitada la Fábrica y adquirido el colgante, una vez alcanzado San Ciprián, el Springfield lucense, donde una inmensa fábrica de Dios sabe qué, vadea la vía del Feve, y da calor al puerto, al mar, y a la ría ), había que renunciar a la costa, atravesar el interior hasta Xove y entrar en Viveiro por su maravillosa playa del este, donde el mito de la cena nos esperaba. Pero, antes, en San Cipirán, es donde en realidad pasa la vida. En nuestra pasión por el rojo, nos acercamos a una casa blanca con las puertas y las ventanas pintadas de rojo. Todo rojo y blanco, como hubiera querido pintar nuestra Marifé de Foz su paraíso verde (aunque ella lo hubiera pintado a rayas). Así que allá vamos, en busca de las imágenes de "Habitar"; de los nidos. Pido permiso a la dueña y le digo que nos encantan esas puertas de rojo. Un halago de corazón. "Las pintó todas mi marido". Él viene. ¿Por qué?, le pregunto. "Porque me gustan". Nada mejor que la satisfacción del gusto propio para no argumentar mentiras. Nos ofrecen refrescos, nos enseñan la casa, por dentro; un nido para quedarse, para habitar. Vamos con las gafas de disfrazarnos, sin cristales. No sé si eso nos hace peregrinos no creíbles, pero nos da un poco igual. Así que les proponemos hacernos una foto; a la mujer le pido que se ponga unas gafas, a él le doy mi braga para el cuello que llevo a modo de gorrito de feria. Les pido que se lo pongan, y lo hacen, con toda tranquilidad, para esa foto que refleja la maravillosa esencia del juego. "Homo ludens", pero en el buen sentido. Sin edad, rota la convención, casi todos los humanos quieren jugar, aceptan y envidian el juego. Sabios como pocos, esta pareja maravillosa acepta mi ofrecimiento, que a todas luces podría parecer fuera de lugar, y que no encuentra mejor lugar que esa fachada y esta casita deliciosa de San Cibrao, esta pareja que es nuestra pareja del día, los que nos hacen vivir, los que comparten nuestro "día de gafas". En esa imagen se derrite el "no irás a..." Feliz con esta imagen nos abalanzamos ya rumbo a Viveiro.
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Me encanta el detalle de las gafas sin cristal, estes del lado que estes, observador u observado, ves las cosas sin filtro.
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