viernes, 19 de agosto de 2011

PUENTE LA REINA - ESTELLA

  Se esconde Lizarra en el bosque como queriendo hacer honor al origen de su nombre, y parece mentira que a apenas unos pasos, acariciado por la lluvia suave de las nubes que ya de mañana Ángel y Josefa habían diagnósticado como "lluvia de media tarde", ese Txirimiri vasco que aclara y suaviza las tardes, se esconda esta pequeña maravilla en la que, tras más de veinte kilometros de lindos pasos y espacios abiertos, descorche el río y un vino rojo de junto al rio, que sobre una plaza escondida parece convertir lo inesperado en sueño, en vuelo, la libertad en algo tan sencillo como sentarse junto al porche a beber, reir, idiazabalear y dejar que el todo sea tan todo como parece poco, sin que siquiera los propios disturbios del agua viva sobre un colchón que parece llover en la litera de arriba dejen otra cosa que una sensación de ser uno mismo el que está lloviendo, como si en el reflejo de la mirada sobre las gotas propias una inmensa empatía simulara una caricia que es a la vez manta y armadura. Como si la primera vista de la mañana fuera un regalo.

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