viernes, 26 de agosto de 2011

AGÉS - BURGOS

 Hay también Escilas y Caribdis en este Camino. En una habitación maravillosa ( casi tranquilo después de los gritos de los caminantes que ayer por la noche parecían haber perdido la serenidad. Gritos que por otra parte me hicieron escribir con prisa y con errores que no me dió tiempo a corregir... disculpas a los que las leyeron...) una loca roncaba y daba vueltas y hacía respiración de fuego kundalini de la que sólo nos redimían los tapones. Y, al final, casi como algo divino, en la extraña mañana, llegó la lluvia. Por suerte, ir a destiempo me evitó la lluvia, y sólo cuando esta escampó, se pusieron los pasos en pos de Atapuerca y en pos de Burgos, entre maravillosas encinas, bellotas verdes y piedras que parecían cadenas montañosas desde el cielo. Con la lluvia, los campos de secano cortados al ras se iluminan cuando un pequeño rayo se cuela en las nubes de la mañana. Y ya imparable, la belleza lo ocupa todo. Después, sólo un sueño: un cordero lechal asado. Sueño que el restaurante Polvorilla nos hace suplir con creces. Pero antes, después de la experiencia de Grañón y de Tosantos; la casa paroquial Maús. Un silencio que aparenta serenidad lo ocupa todo, pero de entrada digo que no iré a la misa, que no iré a la oración. No hay más peregrinos. Saltarse los rituales católicos y la cena. Enseguida las miradas extrañas, enseguida los reproches, los malos gestos, las malas sensaciones. Una pregunta subyace a la utilización de este tipo de albergues, que son en principio para el peregrino, pero que exigen una disciplina, un horario, un compartir la cena, y una oración voluntaria. La pregunta es ¿me inmscuyo yo en su vida cristiana? ¿Debería ocupar yo un espacio laico? Pero ¿es acaso lo católico propiamente católico? ¿De dónde vienen los fondos de lo católico? ¿de las subvenciones estatales? ¿de los fondos de mantenimiento público? ¿de las exenciones fiscales? ¿o de unos fondos originarios que la Iglesia amasó con regalos del poder señorial, de cesiones, de expropiaciones forzadas y de robos en nombre de Dios? Dormir en la casa de Dios es dormir en la casa propia con todos los santos derechos. Pero el laico tiene otra cosa: la dignidad de sentirse con derecho al espacio del católico,  y a abandonar esa casa cuando ya no parece que haya ninguna de las enseñanzas de Jesús en las gentes que lo regentan. E incluso con el albergue pagado recoger los bultos, decir al hospitalero que se va, que no se siente acogido por no ser católico, y a buscar refugio en las maravillosas estrechas camas del albergue municipal, en le que por otra parte a ningún cristiano le preguntan por su condición. Al llegar, la sonrisa de Lara lo ilumina todo, y en las frías sombras de este Burgos que ya pela de frío, nuestros tres alemanes y nuestra linda jienense compartimos helados antes de caernos en la perdición del vino de la Ribera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario