domingo, 4 de septiembre de 2011

STA CATALINA - EL ACEBO

 Habla Rilke del Abschied casi como si fuera rutina. Despedirse todo el rato. Reencontarse y despedirse.Y así es aquí, en este Camino. Ayer, después de veinte días de caminar en pos de Finisterre, sabe Dios si no en pos de Santiago, al llegar a Sta Catalina, Andrea gritó: "Pablo!!" Hacía veinte días que no la veía, desde aquella bajada al Puente de Zubiri. Para mi era una de las almas sagradas de este Camino, alguien al que de verdad quería volver a ver. Fue como un regalo con la la última luz de la tarde. Suficiente para detener el paso y no intentar llegar a Rabanal. En eso consiste también caminar, en detener el paso donde algo te dice que lo detengas. Cenamos de maravilla antes de empezar una entrevista que de verdad tenía ganas de hacer. Casi cuarenta y cinco minutos dándole vueltas a los secretos de este Camino mientras fuera caía un frío que parecía alemán. Hoy Andrea salió más tarde que nadie. "Soy mala peregrina", me dijo ayer. Sin embargo, la volvimos a ver en Foncebadón, casi de milagro. En Foncebadón nos pusimos como el kiko Ninette, Denisse, Sara y yo a crema de calabaza y estofado de ciervo. Una vergüenza en cuestiones de austeridad. Llevo dos días que sólo hablo alemán, hasta a los españoles les hablo en alemán. Mañana tiraré solo de nuevo, en busca de nuevas víctimas en otros idiomas, para recuperar la cordura. Hoy, en todo caso, conseguí dos entrevistas en alemán, una en finlandés, una en brasilero, y una, maravillosa, en español. Tomás dijo algo lúcido. Que los católicos se han apropiado del camino, pero que no es suyo, que el Camino hace librepensadores, que es lo que necesitamos, y que hay mucho peregrino que no se entera. En fin, en general, la gente habla mal del peregrino, como si fuera alguien que pasa, que corre, que se toma la peregrinación como una carrera o una profesión. Dentro de esa fraternidad, hay una falta de admiración mutua. Ayer conseguí entervistar a dos eslovacos que me hablaron en eslovaco, pero que al final me hablaron de Santiago y de la luz y de estar al lado de Dios. Me gustó la historia. Emocionante. Hay fés que me emocionan. Cuando son verdaderas, honestas. El roble de hoy atrapaba, el enorme valle, la vista final del horizonte, esa Ponferrada que se adivina. Siempre en el bosque, subiendo hacia el Ferro, bajando hasta el Acebo. Fue lindo caminar con Denisse camino de Foncebadón, y con Ninette bajando a duras penas hacia el Acebo. Hay quien lleva los pies que parece un cementerio. No me explico como pueden caminar. En Manjarín encontré secretos inconfesables, en el templo de los Templarios. cada vez creo más que este Camino estaba ya hace tiempo, que siempre estuvo, que fue una simple ruta en pos de una luz, de ese Finisterre que siempre fue. Y, aunque para muchos pasar de santiago no tiene sentido, creo que tengo claro que seguiré hasta el Fin de aquella tierra, para asomarme al fin de sabe Dios que cosa. Mecido por la belleza del valle que hay al otro lado de la Cruz del Ferro, que está vez no me impresionó, y en la que no dejé nada de lo que tuviera que desprenderme (prefiero convertir lo que no me valga en arcilla para modelar), y atrapado por el frío, en un albergue parroquial de nuevo, creo que me voy a ir a dormir y escuchar de nuevo a Mahler. Pienso que hace veinte años estuve con Jaime en Foncebadón y no había nada. Pienso que ahora hay cuatro albergues y tres restaurantes y no sé que pensar. Pero tampoco creo que haya mucho que pensar. Más bien seguir caminando, que dicen que Santiago no está tan lejos como decían... 

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