miércoles, 14 de agosto de 2013

CUMBRE EN EL BISAURÍN


 Hoy hicimos cumbre en el Bisaurín, poco después del mediodía. Hace dos meses lo intentamos, a propuesta de mi amigo Taranco, hasta arriba de nieve, y con esquís. Fue imposibe. En el Collado de Lo Foratón, no sólo estábamos rotos, sino que el calor y los aludes no hacían aconsejable una subida de tanto desnivel. Me imagino esa subida para el próximo invierno, esquís a la espalda, y me doy cuenta de la inmensa exigencia física que ya está pidiendo. Hoy subimos fácil hasta el Collado, rodeados de esos característicos cardos violetas. Después, poquito a poco, entre las vacas de los Pírineos, fuimos acercándonos a la cima por ese repecho de piedras, técnicamente fácil pero incómodo, que parece una escala desfigurada de Jacob al cielo. Justo antes de este tramo voy pensando en cómo será subirlo corriendo (hago algunas pruebas cortas y ya veo, ya). La parte final, muy empedrada, suaviza un poco, y va dando paso a la vista de otras cumbres. Comulgan bien la piedra con ese rojo que rodea el Castillo de Acher, y el verde casi pradera del Agüerri. Hoy, desde arriba, hay mar de nubes. Es como estar viendo un catálogo del mundo,  como elegir nuestros siguientes pasos para seguir tocando el cielo. Por suerte, todo el que en ese momento ha llegado a la cumbre guarda un respetuoso silencio. “Bendita la pereza humana, que mantiene el ladrido humano por debajo de las nubes”. Después iniciamos la bajada. Algunos tramos de trail running bajando, para gozar. Mucha piedra, para hacer equilibrios aristotélicos sobre ella.
 
Jugar, jugar. Pienso en el juego como el único arma posible para prepararse para el Porvenir.  Así que bajo de piedra en piedra, con las rodillas muy flexionadas, y lentamente cada paso, como un gato, hasta que los cuadriceps empiezan a temblar. Desde ahí para abajo sólo pienso en la subida que ha hecho Getse, sin un “ay”, en su primera asecensión seria. Enorabuena. Menudo picacho para empezar. Menudo picacho estés donde estés, vayas donde vayas. Bisaurín es bello, por mucho que te deje las piernas rotas.

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