La fortuna del mundo: saber que mañana tendré a Juanjo y a Cris a cenar. El oro del oro. Y puede que no sólo a Juanjo y a Cris. Así que, estimulado por la espectacular cena de ayer en la que celebramos la vuelta a las andadas de mamá en el resturante Micue de Majadahonda (un sitio, para mi, de nueve sobre diez, con un precio perfectamente asequible en el menú degustación...¡¡menos de 40 euros con vino!!) me he decidido a sacarle partido a las verduras de temporada y al Risotto en puchero de barro. El resultado es esta pequeña maravillita que mañana les ofreceré a Juanjo y a Cris, junto a otras cositas que me guardo en la manga...
La fortuna del mundo es tener la ilusión y el tiempo para cuidar de uno hasta en los más pequeños detalles, para alimentarse no sólo de buenas maneras, sino aprovechando para darle bola al gusto. La fortuna del mundo es disponer de todas esas verduras, esos arroces, de tener el agua y el fuego a mano, que sólo nos apremien el ruido de las obras y no el de las bombas. La fortuna del mundo es que incluso cuando uno come solo en casa mantenga la cordura de quererse ofrecer lo mejor. La fortuna del mundo es tener tanta fortuna en tan vasto mundo.
Cómo envidio a Juanjo y a Cris, además de por verles tan estupendos juntos, por dos razones fundamentales: la primera por cenar en tu compañía y la segunda por cenar la maravillosa comida con la que tienes previsto agasajarles. Me guardaré el privilegio de ser también invitada....
ResponderEliminar¡Que os aproveche, chicos!